miércoles, 31 de octubre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 33





El trapo rojo


La audiencia de hoy fue breve. Debido al temporal, el traslado de testigos y detenidos se volvió muy dificultoso. Hubo solamente dos testimonios: los de Marcelo Sanabria –un ex tercerizado de Ecocred que no participaba de las movilizaciones por el pase a planta- y Germán Sandri, constructor de la agrupación Causa Ferroviaria Mariano Ferreyra, candidato de la lista Gris y compañero de militancia de Mariano.



Nuevamente, los abogados defensores desistieron de varios de los testigos que habían presentado. Entre ellos, de Alberto Carnovale, que se encontraba en la sala de espera, listo para declarar. Por ahora, la única que mantiene su comparecencia es la defensora de Favale, quien dijo que consultaría el tema con su cliente.



El desestimiento de Carnovale es significativo: delegado ´verde´ del Roca, integrante de la comisión directiva de la seccional sud de la Unión Ferroviaria, fue señalado reiteradamente como uno de los más activos reclutadores de la patota y como una de sus voces de mando en el lugar de los hechos. Karina Benemérito, miembro del secretariado nacional de la UF, intentó encubrirlo durante su testimonio, afirmando que se encontraban juntos en el congreso de Latin Rieles, en la sede del sindicato, mientras que las fotos y videos que forman parte de la causa la desmienten. Los abogados defensores están golpeados por las abrumadoras pruebas que se acumulan en cada audiencia contra sus clientes: hasta ahora, fracasaron en el intento de desviar artificialmente el eje del debate y la mayoría de sus testigos que pasaron por el estrado, terminaron cerca del banquillo de los acusados.



Los abogados de Pedraza y su patota, desafiaban a que pronto se escucharían en el juicio “la otra parte de la historia”. Puro ruido y ninguna nuez. No pudieron presentar ni un sólo testimonio que avale (o al menos, intente defender) su ´versión de los hechos´. Como no pueden hacerlo de ninguna manera, continúan dando de baja a sus propios testigos, especialmente a aquellos que se encontraban entre la patota.



Los testimonios de hoy



Germán Sandri declaró pasado el mediodía. Desde hace 18 años que trabaja en los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada y constructor de la agrupación Causa Ferroviaria Mariano Ferreyra desde hace casi una década. Actualmente, es candidato por la lista Gris a secretario adjunto de la seccional sur del sindicato.



Germán describió cómo se vivió dentro del taller el día del crimen de Mariano y los días posteriores. Además, aportó muchísimos elementos para caracterizar el funcionamiento y la política de la Unión Ferroviaria bajo la conducción de Pedraza.



“El 20 de octubre de 2010, desde temprano, se veía en la puerta de entrada y en los distintos sectores a los delegados reclutando gente, con listas en la mano. Recuerdo que estaban Montiel, Garro, Alcorcel, Toreta, Amuchástegui… todos los delegados del taller estaban reclutando”.



“Se sabía que iba a haber una movilización de tercerizados. Juntaban gente para evitar el corte de vías. Lo sé porque muchos compañeros venían a preguntar qué hacer, porque tenían miedo de sufrir represalias por no concurrir”.



“Yo permanecí en el taller hasta cumplir mi horario de trabajo. Algunos volvieron al taller, solos o en grupo de a dos o tres, entre las 15 y las 16, pero el clima ya era otro. Llegaban con cara de susto, nos esquivaban. La mayor repercusión fue al día siguiente. Estaban todos acongojados. Un compañero, Juan Molina, estaba con una crisis nerviosa. Empezó a contar a los gritos lo que había pasado. Yo le dije que lo que tenía que hacer era presentarse a declarar. Hay un testigo de esa conversación, un compañero del taller que se llama Damián”.



“Molina me contó que estaban en las vías cuando vieron que se acercaba un grupo de personas que no eran ferroviarios. Que a esas personas las recibió Gustavo Alcorcel, y que en seguida los empezaron a incitar a que bajaran a las vías. Que Pablo Díaz era el que más agitaba que tenían que bajar. Después de que contó eso, los delegados le pegaron un cartel en el taller en el que lo llamaban ´buchón arrepentido´. Lo despegué yo el cartel, por respeto al compañero”. Molina, cuando se presentó a declarar, contó otra versión. En las escuchas de la causa, quedó registrado un diálogo que mantiene con “El Gallego” Fernández, con el cual coordina una entrevista, presumiblemente para ´arreglar´ su declaración.



“Uno que no volvió ese día ni los subsiguientes fue Marcelo Garro. Según los rumores, el delegado Montiel dijo que tenía una herida de bala. Yo les dije que si estaba herido de bala, que hiciera la denuncia. Desapareció por algún tiempo. Después dijo que lo hirieron con una piedra, no con una bala”.



“En el taller de Remedios de Escalada, la limpieza la hacían compañeros de la cooperativa Unión del Mercosur. Esa tarea forma parte del convenio ferroviario, es la sexta categoría, pero ellos estaban afuera de todo. Estaban en las peores condiciones: eran monotributistas, cobraban la mitad de sueldo, no tenían vacaciones… Un compañero del taller, Oscar Nuñez, hizo denuncias en el programa CQC. Ahí contó que era monotributista y que, en 4 años, tuvo solamente 4 días de vacaciones”.



“Esos compañeros fueron incorporados a planta permanente luego del crimen de Mariano. La mayoría está ahora en cuadrillas de mantenimiento de vías. Tienen lo que se llama ´legajo 400´ -hay compañeros que ingresaron después que tienen legajo 300-; los tienen identificados, discriminados. Los de ´legajo 400´, por ejemplo, no pueden hacer carrera ferroviaria, no tienen acceso a los cursos de capacitación, etc…”



“El ingreso de los tercerizados a la planta permanente no fue inmediatamente después de lo de Mariano. Los compañeros tuvieron que recurrir a medidas de acción directa a fines de diciembre, porque el Ministerio de Trabajo dilataba su ingreso. Hicieron un corte de vías y, después de eso, detuvieron a mis compañeros Jorge Hospital y Omar Merino. Incluso después del 20 de octubre, la postura de la UF fue la de siempre. En ningún momento tuvo la postura de negociar con los tercerizados; eran discriminados, nos los consideraban ferroviarios. Eso lo decían incluso en sus volantes”.



El abogado Freeland ´se interesó´ vivamente por la fraudulenta causa por “extorsión” que les armaron a Hospital, Merino y otros luchadores ferroviarios a instancias del gobierno. Para el defensor de Fernández, esa causa trucha era la ´prueba´ de que ambos dirigentes serían personas ´violentas´ (sic). Entonces recibió una paliza jurídica por parte de nuestras abogadas, que le explicaron delante del tribunal que fueron Merino y Hospital fueron sobreseídos por la Cámara de Casación de La Plata, la cual entendió que aquel corte de vías no constituyó delito alguno y que no había ninguna conexión entre nuestros compañeros y los incidentes que ese día se produjeron en Constitución, que fueron fogoneados por la burocracia sindical.



Germán explicó que para 2007, ya no quedaba ninguna tercerizada en el ferrocarril. “Fueron pasando a planta permanente paulatinamente, cortes de vías mediante. Luego, con Ugofe, hubo un boom de tercerizadas”. Por último, pidió relatar dos hechos que entendía tenían que ver con la causa y el tribunal lo habilitó: “La Unión Ferroviaria no cambió. Hace poco, re- inauguraron la seccional Victoria del Mitre y cantaban ´un minuto de silencio, para el zurdo que está muerto´. A otro compañero, Jerez, un delegado le dijo que iba a ´terminar como Mariano´. Ese es el clima en el ferrocarril. No cambió nada”.



Finalmente, Germán reconoció en imágenes del día de los hechos a varios delegados y miembros de la patota.



Antes que él, había declarado Marcelo Sanabria, un ex tercerizado de Ecocred presentado como testigo por los defensores de Pablo Díaz y Daniel González. Sanabria dijo que nunca participó de ningún corte ni movilización junto a sus compañeros y que el trato en la tercerizada era “normal” hasta que lo echaron luego de concurrir al sindicato de maestranza para quejarse de que la empresa les pidió que lleven sus propios andamios y escaleras al trabajo, porque eso le había parecido “injusto”. Dijo que recurrió a Pablo Díaz para que lo reincorporaran y que al tiempo estaba trabajando de nuevo en Ecocred. Que Pablo Díaz le prestó setecientos pesos para aguantar mientras estuvo desocupado y que no se los pudo devolver, porque cuando quiso hacerlo, Pablo Díaz ya estaba detenido por el crimen de Mariano.



El juicio continúa mañana.

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viernes, 26 de octubre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 32

Las patas cortas de la mentira




Hoy declararon sólo cuatro de los siete testigos convocados. De los tres restantes, dos fueron desistidos y una tercera –Gabriela Cavazza, funcionaria de la subsecretaría de Transporte Ferroviario-, no pudo ser hallada en ninguno de sus domicilios declarados. Los dos testigos desistidos fueron el policía Claudio Capucio –solicitado por la fiscal, participó de alguna diligencia en un tramo de la investigación pero su testimonio no era relevante- y Julio Aceguín, testigo de las defensas que no declaró durante la instrucción, de ocupación desconocida.



En cada audiencia, los abogados defensores desisten de al menos dos o tres de los testigos que ellos mismos propusieron antes del inicio del juicio. Por caso, dieron de baja a todos los integrantes de la patota que identificó Jorge Hospital –militante de Causa Ferroviaria y compañero de Mariano- cuando declaró. Los que bramaban “ahora va a escucharse la verdad completa”, recularon como pichones. Todos los testimonios de los manifestantes, de los ´arrepentidos´ de la patota, de los trabajadores de la zona, de los transeúntes a los que les tocó presenciar los hechos, y hasta de varios policías, fueron concluyentes a la hora de describir el ataque criminal de la banda de Pedraza.



Por otra parte, con los funcionarios de Ugofe y los miembros del secretariado nacional de la Unión Ferroviaria que sí declararon, no les fue mejor. Todos ellos tienen un defecto ´congénito´: mienten, y por eso no resisten el menor interrogatorio de los acusadores. Por eso mismo, los acusados prefirieron permanecer en silencio desde el inicio del juicio. Proclaman su inocencia desde cartas públicas y solicitadas en los diarios, pero no han abierto la boca en la sala de audiencias. Las pruebas en su contra son abrumadoras. Su última esperanza está cifrada en arrancarle algún compromiso de impunidad al poder político.



El primer testigo de la audiencia de hoy fue Pablo Oscar Díaz, jefe de relaciones laborales de Ugofe. Ocupa ese puesto desde 1998, cuando la concesión estaba todavía en manos de Tasselli. Preguntado por las generales de la ley, admitió conocer a buena parte de los acusados, no sólo a Pedraza y Fernández, sino también a varios miembros de la patota.



Díaz se encarga, entre otras cosas, de la administración del régimen disciplinario de la empresa. Por sus manos pasaron las sanciones contra Jorge Hospital, Diego Cardías y otros activistas del Roca. Un complemento administrativo de las intimidaciones que la burocracia ejerce a tiros y trompadas.



El testigo mintió en cantidades industriales, hasta en los detalles. Negó tener conocimiento de personas y situaciones cuando las escuchas judiciales acreditan lo contrario. Díaz, por ejemplo, participó de un almuerzo, posterior al crimen de Mariano, junto a Fernández y Karina Benemérito y representantes de los otros sindicatos ferroviarios, donde gerentes y burócratas analizaron juntos el pase a planta de los tercerizados y pergeñaban maniobras para ´administrar´ su ingreso. Díaz también se refirió a la bolsa de trabajo que administra la Unión Ferroviaria. Sostuvo que nunca se suscitó ningún conflicto alrededor de ella. Otra falsedad: la agrupación Causa Ferroviaria encabezó importantes movilizaciones de obreros del Roca para exigir que, a través de esa bolsa de trabajo, ingresaran los hijos de los ferroviarios, y no más matones y punteros de Pedraza y Fernández.



Por otra parte, este Pablo Díaz (homónimo del detenido, no confundir) admitió –aunque fue muy impreciso- que la empresa estaba al tanto de la movilización de los tercerizados que se realizaría el 20 de octubre. Díaz recibió un correo electrónico el día de los hechos, cuyo asunto rezaba “Retiro de personal por corte de vías”, acompañado de un listado de empleado de los talleres de Escalada. No pudo explicar por qué no le llamó la atención que los delegados convocaran a empleados de los talleres a un corte de vías de los tercerizados… Admitió que el retiro de personal en horario laboral a instancias del sindicato era, si no una práctica frecuente, al menos habitual. “El sindicato avisa de la gente que se va a retirar y la empresa toma debida nota. Se descuenta el día o no, según el caso”. Citó como ejemplos las ´movilizaciones´ a los actos de CFK y La Cámpora en Huracán, y el de CFK y Moyano en River. En ninguno de los dos casos, se les descontó el día a los trabajadores que participaron, a diferencia de lo que ocurrió el 20 de octubre, que sí se aplicaron descuentos -aunque no sanciones. La diferencia radica en que, consumado el hecho criminal, los empresarios decidieron preparar su propia coartada.



Aquel 20 de octubre, Díaz concurrió a la estación Avellaneda. Se encontró allí con Hourcade, Vitali y otros dos jerarcas de Ugofe. A pesar de que la patota todavía se encontraba sobre las vías, y que pocos minutos antes habían apedreado a los manifestantes, los cinco resolvieron retirarse del lugar para irse a almorzar…



Este Pablo Díaz, al igual que su tocayo, es firme candidato a parar en prisión.



Por último, el abogado Freeland le exhibió al testigo diversas actas con las que pretende respaldar una tesis casi infantil: que la Unión Ferroviaria bregaba por el pase a planta de los tercerizados (como si la premeditada agresión con armas de fuego que le costó la vida a Mariano y severas heridas a Elsa Rodríguez y otros manifestantes diera lugar a alguna duda de su violenta oposición). Los intentos del abogado defensor son estériles: las actas que hablan de “pase a planta” de los tercerizados son anteriores a la llegada de Ugofe y al inicio de actividades de la ´cooperativa´ Unión del Mercosur -la empresa tercerizada que explotaban Pedraza y su entorno. Durante la gestión de Tasselli, se desarrolló un potente movimiento de tercerizados que culminó –cortes de vías mediante- en el ingreso a planta de todos, o al menos de gran parte de ellos. Con Ugofe, el régimen de la tercerización volvió y alcanzó su máximo esplendor. A partir de allí, la UF jamás volvió a hablar de pase a planta; a lo sumo, de equiparación salarial –dejando a los tercerizados fuera del convenio ferroviario; es decir, de conquistas elementales como la estabilidad laboral. La Unión Ferroviaria dejó asentado en las actas, eso sí, –con la firma de Pedraza inclusive- que los tercerizados ´no son empleados ferroviarios´.



El siguiente testigo fue Néstor Hernández, director médico del hospital Argerich. Fue citado por la defensa del imputado Uño, que busca descargar sobre los compañeros de Mariano y Elsa supuestas negligencias por las condiciones de traslado de ambos, que se encontraban en situación desesperante. Fracaso total. La defensa de Uño jugaba su última carta, luego de las contundentes declaraciones del conductor de la ambulancia, del médico y militante Leonardo Wul y de los numerosos compañeros que se afanaron por brindarles a Mariano y Elsa toda la asistencia que pudieron, mientras el 911 y la policía miraban para otro lado.



Hernández dijo que Mariano ingresó muerto a la guardia del hospital. También aclaró que no había ninguna situación de ´colapso´ en la guardia, como mintieron miembros de la patota. Ellos dijeron que trasladaron allí a dos supuestos heridos de su bando, pero que se retiraron porque no los podían atender y que finalmente les hicieron las curaciones en la guardia médica de la empresa, en Constitución. Como vino a poner en claro el testigo, los patoteros huyeron despavoridos del hospital ante el vuelo que cobraba la denuncia de la agresión criminal que acababan de protagonizar.



El siguiente testigo, José Sineriz, terminó de hundir la coartada de Gustavo Alcorcel. No tanto por la pericia del interrogatorio de los fiscales –que fue absolutamente correcto- sino por torpeza de su abogada defensora. Sineriz compartía una flota de teléfono con un grupo de hinchas de Temperley. Entre ellos, Alcorcel. Empezó diciendo que no recordaba el número que tenía el imputado; cuando se lo leyeron, dijo que “podía ser”. Cuando la defensora intentó un “¿puede ser que ese equipo lo tuviera otra persona?”, el testigo fue contundente: “no, ahora recuerdo perfectamente que era el que tenía él”. Desde ese teléfono, Alcorcel se comunicó varias veces con Favale, Díaz y otros implicados el día mismo de los hechos, en diferentes horarios.



El último testimonio fue tan breve como contundente. Leandro Tamame, militante del Partido Obrero de Almirante Brown, se unió a la movilización prácticamente en el mismo momento en el que se produce la primera agresión de la patota. Se retiró junto a la columna sobre la calle Luján y permaneció allí un rato mientras se realizaba la asamblea que daría por concluida la jornada de lucha, antes de sufrir la emboscada final.



“Entre la una y cuarto y la una y veinte me fui porque tenía que entrar a trabajar a las dos. Caminé hasta la estación Yrigoyen para tomar el tren a Constitución. Arriba de las vías, sobre el puente, estaban los de la Unión Ferroviaria. Cuando llego a la estación, veo que de un micro escolar color naranja baja un grupo de unas veinte personas. Eran todos chicos jóvenes, vestidos con ropa deportiva. Al frente, dando indicaciones, iba un tipo más grande, tanto por edad y como por contextura. Estaba vestido con una chomba azul y tenía el pelo corto. Yo estaba sacando el boleto y me iba para el andén. El que los dirigía le dijo al guarda: ´venimos a apoyar a los ferroviarios´. Subieron al andén, había más personas esperando el tren. El que iba al frente les dijo a los que lo acompañaban: ´a estas personas no les hagan nada´. Caminaban para el lado del puente. Justo llegó el tren y me fui”.



La defensora de Favale hizo un par de preguntas, pero ante la seguridad de las respuestas de Leandro, prefirió no arriesgarse más.



El juicio continúa el lunes.

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MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 31

Pedraza, contra los tercerizados



Hoy se escucharon cinco testimonios: los de Rubén “Pollo” Sobrero –dirigente del cuerpo de delegados del Sarmiento, opositor a Pedraza-, el mencionado Omar Núñez, los de los jerarcas de Ugofe Norberto Cots y Ricardo Vitali, y el del miembro del secretariado nacional de la Unión Ferroviaria, Daniel Falsoy.



El primero en declarar fue “El Pollo” Sobrero, presidente del cuerpo de delegados de la línea Sarmiento y paritario electo de la Unión Ferroviaria. Fue electo delegado por primera vez en 1998. Su testimonio fue conciso y contundente. Arrancó afirmando que “la Unión Ferroviaria siempre hizo todo lo posible para que los tercerizados no pasaran a planta permanente”.



“La UF no quería que pasaran a planta porque formaban parte de la tercerización a través de la ‘cooperativa’ Unión del Mercosur. Además, el sindicato domina el tema de los ingresos. Meten familiares y gente suya, y tratan de que no entre gente que no conocen”. Para ejemplificar, citó que “luego del crimen de Mariano, peleamos el pase a planta de los trabajadores de JB en el Sarmiento y nunca tuvimos el apoyo de la UF. La razón es que la UF participa de las tercerizaciones. Fue perdiendo su rasgo gremial y se convirtió en un sindicato empresario”. También afirmó que “el Estado tuvo, con respecto a los tercerizados, una actitud antes y otra después del crimen de Mariano Ferreyra”.



Sobre la estructura interna del sindicato, sobrero dijo: “la UF es un sindicato vertical, donde todas las decisiones las toma la cúpula, o sea Pedraza”.



“Antes del crimen de Mariano, tuvimos una reunión con un dirigente del secretariado nacional de la UF, al que le planteamos dos temas: el de las paritarias y la cuestión de los tercerizados. Nos dijo `esperen que voy a consultar al sexto piso´. Volvió y nos respondió: ´consulté con Pedraza. Dice que lo de las paritarias puede ser, pero lo de los tercerizados no va´. La instancia superior de la Unión Ferroviaria la componen Pedraza, Fernández y Matarazzo. Fernández, en todo caso, pisa en su ferrocarril, pero todas las decisiones de los directivos se consultan con Pedraza”.



Los defensores fueron incapaces de formular un interrogatorio en regla, al punto que el presidente del tribunal le dijo al abogado del “Gallego” Fernández: “doctor, no le entiendo las preguntas”, y el atribulado defensor tiró la toalla.



Gol en contra



Luego declaró Omar Núñez, gerente de operaciones de Mapra, una tercerizada que se ocupaba de la seguridad en el Roca. Se trataba de un testigo presentado por la defensa de Fernández.



Núñez explicó que, como la empresa sabía con anterioridad que el 20 de octubre habría un corte de vías, se dirigió a la estación Avellaneda para avisarles a sus dos vigiladores “que no se metieran, que se quedaran en oficinita, para que no se involucraran en nada”.



Núñez llegó a Avellaneda cuando los tercerizados y las organizaciones que los acompañaban comenzaban a marchar. “Cuando llegué, no había corte de vía. Iban caminando por la calle, abajo, pacíficamente, no cantaban, nada”. La patota de la Unión Ferroviaria, mientras tanto, se estaba agrupando en la estación.



“La gente del ferrocarril bajó de la plataforma a las vías. Los dos grupos iban caminando paralelos unos a otros. Llegaron a un puente que cruza el Riachuelo. Los manifestantes iban por abajo, por la calle, pero los que estaban arriba tardaron más en cruzar el puente, porque tenían que ir saltando por los durmientes. Cuando pasan el puente, los tengo a 300 o 400 metros. Yo, desde la plataforma, veo como un enfrentamiento entre los de arriba y los debajo y escucho un par de detonaciones. Lo que hice fue informar a la seguridad del ferrocarril”.



“Luego, los ferroviarios siguieron caminando para el lado de la estación Yrigoyen. No había personal mío en Yrigoyen, pero me tomé el tren hasta ahí. Cuando bajo del tren, estaba la gente del ferrocarril sobre el puente que cruza la calle Luján. A los manifestantes no los veía”.



“Mis superiores me pidieron que verificara que iban a hacer los manifestantes, así que salgo de la estación, camino unas cuadras, y llego a Luján por una calle transversal. En esa esquina, tengo a mi derecha, a 100 metros, a los manifestantes, que estaban reunidos. A 100 metros para el otro lado, los tenía a los ferroviarios. También había tres patrulleros de ese lado”.



“Los manifestantes empezaron a caminar en sentido contrario a las vías. Se iban. En ese momento, los que estaban sobre el puente bajan corriendo con palos y piedras. Por eso dije `me voy´… Avisé a mis superiores que me iba. Cuando llegué a Hornos 27, compré una gaseosa en el bar y ya estaban hablando de muertos”.



Otros testimonios



A continuación declaró Norberto Cots, miembro del comité gerencial de Ugofe Roca, también convocado por la defensa de Fernández. En seguida resultó evidente que venía a reforzar la coartada del “Gallego”, por el asunto de los cruces de llamadas. Fernández mantuvo numerosas comunicaciones con Pablo Díaz y otros miembros de la patota durante aquel 20 de octubre. La estrategia de las defensas, en este punto, fue afirmar que Fernández no tenía el aparato consigo sino que lo atendían Karina Benemérito y su secretaria mientras él disertaba en el congreso de la revista Latin Rieles junto a Pedraza y Juan Pablo Schiavi. La ´coartada´ dejó a Benemérito cerca del banquillo de los acusados. Cots venía a tratar de remontarla. Fue peor. Los cruces pusieron en evidencia que entre el gerente y el secretario administrativo de la Unión Ferroviaria hubo varias llamadas cruzadas (al menos cinco) desde las primeras horas de la mañana –mucho antes del comienzo del evento- y hasta bien entrada la tarde. Otro ´testigo´ de las defensas que queda comprometido por mentir…



Daniel Falsoy, gerente general de la Unión Ferroviaria, dejó un par de slogans con el ´sello creativo´ característico de la burocracia sindical argentina (“siempre decimos: más vías es más trabajo”, “un empleo es más que un empleo: es una familia que se integra al ferrocarril”) y poco más. Fue oficialista con Pedraza, luego opositor a Pedraza en el 2001 (en aquella elección, Falsoy integró la lista Celeste), y finalmente, nuevamente oficialista (con Pedraza al frente, claro) en el 2004. Mintió diciendo que el sindicato nunca retiraba empleados en horario de trabajo “porque las ART son muy estrictas” (¡!) y que la Unión Ferroviaria bregaba por el pase a planta de los tercerizados. Según Falsoy, el secretariado de la Unión Ferroviaria “somos un equipo”, pero dijo desconocer que hubiese una convocatoria del sindicato a impedir el corte de vías del 20 de octubre de 2010.



El último testimonio de la jornada fue el de Ricardo Vitali, comisario mayor retirado de la Bonaerense, gerente de coordinación de Ugofe Roca. Su tarea consiste en organizar la distribución de los adicionales de la Policía Federal en toda la línea del ferrocarril. El día de los hechos, se presentó en Avellaneda para verificar que el operativo policial comprometido por la Federal se hubiera hecho efectivo. Vitali dijo que “había un operativo importante” (“más de 50 policías”, afirmó) . Durante su testimonio, Vitali evadió brindar precisiones importantes. Un testigo –en una audiencia anterior- denunció que le dijo a Pablo Díaz: “si tenés que hacer algo, hacelo ahora”. Sin embargo, de acuerdo a su relato, Vitali llegó a Avellaneda, permaneció en la estación hasta que se produce la primera agresión de la patota, luego se retiró a almorzar, se enteró por teléfono de que habían ocurrido “nuevos disturbios”, regresó al lugar y, al ver que toda la acción había concluido, se retiró. Dijo que al volver, se cruzó con Pablo Díaz y algunos policías, pero no les preguntó nada. Se enteraría por el informativo de la radio de la gravedad de los hechos.



Reconoció conversaciones con Fernández; primero, para pedirle entradas a la cancha; segundo, porque “era el que podía intervenir y evitar que la cosa terminara con lesionados”. Uno de los llamados que le hace a Fernández es a las cuatro de la mañana, pero el ex comisario no lo recordó. También dijo desconocer que la Unión Ferroviaria estuviera convocando gente para enfrentar a los tercerizados.



Por último, se le leyeron las transcripciones de dos escuchas judiciales, en las que el testigo dialoga con Fernández. Se refieren a personal que pasa a planta y quedará bajo la órbita de Vitali. Fernández le ordena que los envíe a porterías “donde haga frío”, y otras represalias. De eses escuchas, surge también que Fernández emite órdenes a todos los gerentes de Ugofe, incluso al subsecretario de transporte ferroviario, Antonio Luna. Vitali todavía tiene que dar muchas explicaciones más.



Llevamos dos meses y medio de juicio. Las pruebas contra los acusados se acumulan audiencia tras audiencia. Incluso los testigos presentados por sus abogados defensores terminan reforzando las acusaciones. Fuera de la sala, la movilización popular no cesa: 10 mil personas en la apertura del juicio, 30 mil en el festival que organizó en Plaza de Mayo el Frente de Artistas por Mariano, otro tanto en la movilización por el segundo aniversario el sábado 20…



Esta semana, el tribunal resolvió prorrogar por seis meses más la prisión preventiva de los patoteros detenidos. Sería inadmisible que, a su turno, Pedraza y Fernández no corran la misma suerte.



El juicio continúa el jueves.

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MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 30

La defensa de Pedraza y la patota, en problemas



Hoy declararon Diego Cardías y los funcionarios de Ugofe Carolina Carsetti, Margarita Bertin, Juan Cassarino y Oscar Ces. También declaró Hugo Cisneros, un ex tercerizado de Ecocred, que ingresó a la empresa por recomendación del “Gallego” Fernández.



La mayoría de estos testigos fue presentada por los abogados defensores de Pedraza y la patota. Resulta obvio que consideraban que esos testimonios beneficiarían a sus clientes. El resultado, en cambio, no los dejó bien parados.



La audiencia comenzó complicada para los abogados defensores. La primera declaración que se escuchó en la audiencia fue la de Diego Cardías, un ex tercerizado de Comfer, que al 20 de octubre de 2010 se encontraba despedido. Su presencia en la sala no fue anunciada previamente a las partes, porque se encuentra inscripto en el programa oficial de protección al testigo. Como ocurrió con los demás ´testigos protegidos´, su declaración se desarrolló sin público en la sala. Cardías recibió numerosas amenazas. Las últimas, ya comenzado el juicio. Esas amenazas –como las que recibieron otros testigos, incluida la desaparición de Alfonso Severo- continúan sin esclarecerse. La patota continúa activa.



Cardías relató su versión de los hechos del día 20 y señaló episodios anteriores de aprietes y patoteadas de la burocracia.



Afirmó que Gabriel Sánchez fue quien mató a Mariano y declaró haber visto a un segundo tirador. También explicó los motivos de la protesta: los obreros tercerizados realizaban tareas comprendidas en el convenio ferroviario por un salario ostensiblemente menor. “Ganábamos 2200 pesos, promedio. Con horas extras, podíamos llegar a 2400; algunos meses, caíamos a 1800. En esa época, por el mismo trabajo, los de planta permanente ganaban entre 6500 y 6700 pesos”. Los trabajadores habían comenzado a organizarse por reclamar el pase a planta permanente; lo cual significaba, en definitiva, hacer valer el derecho básico a percibir igual salario por igual tarea. Las empresas contratistas –con el completo acuerdo de la burocracia ferroviaria- tomaron represalias frente a ese movimiento que crecía, y despidieron a varias decenas de trabajadores. Ellos fueron el motor fundamental de la movilización de aquel 20 de octubre.



Cardías dijo que, camino a Avellaneda, cerca de las nueve y media de la mañana, pasó por los talleres de Remedios de Escalada y vio en la puerta a “Pablo Díaz, con la patota. Estaba con Aldo Amuchástegui , Sánchez, Daniel Bazán… Cuando llegué a Avellaneda ya había un grupo de ellos”. Relató que, cuando la columna de tercerizados y militantes comenzó a marchar, vio al hijo del ex subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna, presente en el lugar. “Le dije al hijo de Luna, por qué teníamos que llegar a esto, si lo que tenían que hacer era darnos trabajo… No me contestó nada y se metió en la comisaria”. También afirmó que había policías de civil y que, cuando algunos intentaron escalar el terraplén y alcanzar las vías, fueron agredidos a piedrazos por la patota y reprimidos por la policía.



Sobre la embestida final contra los manifestantes -que ya habían dado por concluida la manifestación y se retiraban en sentido contrario a las vías- Cardías dijo que la encabezaron los imputados Gabriel Sánchez y Daniel González, más un tercero de apellido Arias. Afirmó ante el tribunal que Sánchez se agazapó detrás de un árbol y comenzó a disparar, y que en ese momento vi a Mariano recibir el tiro en el estómago. Cardías también señaló a otro tirador, vestido con camisa blanca y mangas cortas, ubicado en el medio de la calle. “Yo sabía que era Sánchez, pero no lo dije en la fiscalía porque tenía mucho miedo. Lo de Mariano me dejó muy mal”. Recordó que Mariano fue quien pintó la bandera de los tercerizados con sus consignas.



Luego, Carolina Carsetti, secretaria administrativa de los talleres de Escalada, describió cómo fue autorizada la salida de más de 80 empleados para concurrir a Avellaneda. Dijo que el delegado (y jefe de sector) Aldo Amuchástegui le entregó una hoja manuscrita con un título elocuente: “personal que concurre a Avellaneda por corte de vías”. Esa lista era girada por mail a la gerencia de recursos humanos de Ugofe. “Me llamó la atención que la orden fuera que los empleados que se retiraban no ficharan la salida”.



A continuación, declaró Margarita Bertin, jefa de selección de personal de Ugofe desde el 2007. Mantuvo una entrevista laboral con Cristian Favale el 18 de octubre y lo derivó a entrevistarse con el jefe del sector de material rodante de los talleres de Escalada. Esa cita se concretó al día siguiente, veinticuatro horas antes del crimen de Mariano. Reconoció que la postulación de Favale –que venía recomendado por la Unión Ferroviaria, específicamente por “El Gallego” Fernández- fue rechazada luego de que se supiera que estaba involucrado en la causa por el crimen de Mariano. El nombre de la testigo aparece mencionado en una de las escuchas judiciales que forman parte de las pruebas del juicio. Allí, el gerente de recursos humanos de la empresa, Héctor Messineo, complota con Fernández para hacer ingresar 70 “suyos”, entre los más de 1500 tercerizados que pasarían a planta. “En la volada, nadie se va a dar cuenta”, le dice Messineo, quien aclara también que “el tema lo vengo llevando con Margarita”.



El jefe de material rodante que entrevistó a Favale, Juan Cassarino, declaró inmediatamente después. Dijo que por los conocimientos que decía tener, Favale no era útil para su sector e hizo lo posible por desvincularse él y a Ugofe de la salida de empleados del taller.



Afirmó que los empleados eran convocados por los delegados de la Unión Ferroviaria y que no requerían de su autorización; que, en todo caso, correspondía a Belgrano S.A. -la empresa estatal residual a través de la cual se canaliza el pago de los salarios y que formalmente es la empleadora de los ferroviarios del Roca- adoptar las decisiones. Pero finalmente reconoció que autorizó a Amuchástegui a utilizar el comedor del taller para reunir al día siguiente a los que habían participado de la patota, en un espectro de asamblea que intentó sellar un pacto de silencio.



Oscar Ces, gerente de administración de contratos de Ugofe desde 2008, volvió sobre la descripción del mecanismo de los ´concursos privados´, para la tercerización de las tareas de vía y obra, limpieza y seguridad: “se hacía una selección privada, se veía quién tenía el mejor precio, y se invitaba a las otras a igualar precios teniendo en cuanta la cantidad de trabajo”. El ingeniero Ces sorprendió a todos cuando explicó delante del tribunal que el procedimiento para la contratación de las tercerizadas fueron elaborados por Ugofe misma, y avalado por la Secretaría de Transporte. Es decir, la empresa dictaba su propia legislación. Este sólo hecho alcanza para procesar a todos los empresarios y funcionarios que participaron, por defraudación e incumplimiento de deberes.



El ingeniero Ces dijo que la ´cooperativa´ Unión del Mercosur era una de las empresas subcontratadas por Ugofe, pero dijo desconocer si ésta tenía vinculación con la Unión Ferroviaria. ¿Por qué fue ´seleccionada´ para participar de los ´concursos´, entonces, si no tenía experiencia previa, de acuerdo a lo manifestado por el testigo? “Creo que porque tenía personal que había sido ferroviario”. “Unión del Mercosur empezó a trabajar en el Roca en julio de 2007, cuando empezaron las contrataciones”. Ces reconoció que Herso –una de las empresas subcontratadas para vía y obra y una de las más importantes de las tercerizadas, que aún hoy presta servicios en la línea Roca- pertenece al grupo Emepa (Ferrovías). Explicó que la utilidad que percibe Ugofe se compone de un fideigerenciamiento –que constituye un monto fijo- más el 6% de los del presupuesto mensual, que –en ambos casos- provee el Estado. El Estado, además, paga todos los salarios de planta a través de la empresa Belgrano S.A., como apuntamos más arriba. Ugofe también embolsaba lo recaudado por boletería y otras explotaciones aledañas al ferrocarril (locales comerciales, publicidad, etc). A esto, debe sumarse la ´utilidad´ que le reporta la ´subcontratación´ de empresas que pertenecen a los mismos grupos económicos que componen Ugofe. Además, claro, del fraude que se realizaba con la liquidación de haberes, denunciado por el ex empleado José Luis García. El Estado pagaba todo, y es este mismo esquema el que todavía permanece en pie en el ferrocarril.



Sobre la actitud del sindicato, el ingeniero Ces fue franco sólo a medias: “la Unión Ferroviaria nunca se opuso al proceso de contratación”, afirmó.



El último en declarar Hugo Cisneros, un ex empleado de Ecocred que ingresó a esa tercerizada por recomendación del “Gallego” Fernández. Estuvo afiliado y fue delegado por el sindicato de maestranza. Conoció a Favale cuando éste trabajo también en esa empresa. Los defensores lo llevaron para ´hablar bien´ de las tercerizadas y de la Unión Ferroviaria. Cisneros ya había jugado ese rol lamentable en algún programa de televisión, apenas ocurrido el crimen de Mariano. Ahora que pasó a planta, fue cooptado por la burocracia de la UF. Los defensores lo llevaron al estrado para reivindicar las ´gestiones´ de Pedraza y Fernández a favor de los tercerizados. Cisneros no pudo citar una sola. Su testimonio se derrumbó rápidamente. Al final, le leyeron un fragmento de las escuchas judiciales, en el cual “El Gallego” Fernández lo ´instruye´ acerca de lo que debe decir frente a las cámaras de TV, y acerca de cómo decirlo.



Estos son los testigos que supone venían a ´defender´ a Pedraza. El sábado anterior a esta audiencia, 20 mil personas clamaron en Plaza de Mayo por perpetua para él y su banda. Para la agencia estatal Télam –que ahora está en manos de La Cámpora, esos chicos que hacían cursos de ´formación sindical´ con Pedraza- fueron apenas “casi dos mil” manifestantes.



Una cosa es el relato, y otra es la historia real y concreta.



El juicio se reanuda el martes 23.

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viernes, 19 de octubre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 29


“Si me cortás las vías, los vamos a cagar a tiros”


Hoy, un obrero de los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada, que participó de la patota, relató conmocionado los hechos del 20 de octubre de 2010, en una declaración contundente sobre la premeditación del ataque. También declararon un policía del destacamento de la estación Hipólito Yrigoyen y tres testigos ´de concepto´; entre ellos, Edgardo Reynoso, del Cuerpo de Delegados del Sarmiento.
Antes de comenzar el debate propiamente dicho, los abogados defensores desistieron de la convocatoria a varios de los testigos que habían propuesto, muchos de ellos, miembros de la patota ferroviaria. Después de los últimos papelones que protagonizaron los ´compañeros´ del secretariado nacional de la UF, delegados verdes y otros personeros de Pedraza, quizás hayan decidido no arriesgar de más.
El ataque de la patota, desde adentro
Marcelo González declaró en la fiscalía seis meses después del crimen de Mariano. Dijo que se tomó ese tiempo porque temía por la seguridad de su familia. “Yo soy un hombre de bien, no un asesino”. González participó, el día de los hechos, del lado de la patota. Venía de los talleres de Escalada, donde la burocracia reclutó al grueso de su grupo. Buena parte de sus compañeros de  sector salieron ese día.
El testimonio de González expuso –una vez más, delante de los jueces- en forma brutal el carácter deliberado de la agresión criminal.
“Ese día, me presenté a trabajar en mi puesto de trabajo como un día normal. Yo trabajo en la parte de carpintería de coches remolcados. Entre los compañeros, se decía que íbamos a salir del taller como lo hacíamos siempre que íbamos a una marcha o un acto. Yo estaba en mi puesto y vino un delegado, Toreta, a decirnos que íbamos a ir a Avellaneda. Venía con una planilla con nuestros  nombres e iba haciendo una cruz al lado de los que íbamos a salir. Siempre se hacía así”.
“Quedamos en que a las 8.30 de la mañana nos encontrábamos en la puerta de los talleres. Habremos salido tipo 10. Éramos más de cincuenta personas.”
“Cuando bajamos en Avellaneda, había gente del Partido Obrero en el andén, que tenían carteles. Había señoras, chicos. No eran muchos. De nuestro lado, había compañeros de otros sectores: brigada, evasión. Éramos muchos más de 100 seguro”.
“Nos quedamos ahí charlando en el andén. Íbamos, veníamos. Con dos compañeros de trabajo bajamos a comprar gaseosas y sánguches. Hacía mucho calor ese día. Cuando terminamos de comer, volvimos al andén donde estaban los demás, hasta que viene un compañero mío que me dice ´che, loco, acompañame que Pablo Díaz mandó a pedir gente, que va a ir a hablar con del PO que están abajo´”.
“Salimos para el lado de la calle, que no sé cómo se llama. Pegamos la vuelta, pasamos debajo de un puente. Estaba la gente del Partido Obrero yendo en columna. Estaban tranquilos ellos, con sus  banderas. Llevaban unas cañas envueltas en tapo, calculo que son banderas”.
“Ahí lo veo a Pablo Díaz hablando con dos señores. Hablaban tranquilo, hablaban bien, normal, hasta que el Pablo Díaz se altera y les grita ´si me cortás las vías, te cago a tiros´. Fue en esa esquina donde está el puente. Hay una estación de servicio. Yo me había quedado en la vereda y ellos estaban a unos cuatro metros. La gente del Partido Obrero empezó a marchar y nosotros subimos a la estación. Ellos venían caminando por abajo del terraplén. Entonces ahí salimos todos los compañeros. Nos cruzamos para el lado del terraplén por donde venían ellos, y empezamos a caminar al lado -ellos por abajo, nosotros por arriba- para el lado de Capital”.
“Cuando cruzamos las vías para ir del lado que venían los del PO, Pablo Díaz estaba hablando con un señor alto, de traje oscuro, que le dice: ´si tenés que hacer algo, hacélo ahora´”.
“íbamos caminando y unos metros antes de llegar a un puente que hay ahí, los de adelante empiezan a gritar que los del Partido Obrero querían subir a las vías y que habían lastimado a los compañeros, porque venían a gomerazos. Yo venía de la mitad para atrás del grupo. Ahí empezamos a correr y se armó una batalla. Ellos nos tiraban con gomeras, piedras, con bulones. Nosotros respondíamos con piedras. Ellos estaban a una distancia considerable. El intercambio fue ahí abajo del puente. Ellos estaban abajo y nosotros,  arriba. Es un terraplén alto. Dicen que un grupito logró subir a las vías, pero yo no lo vi. A los nuestros, les dieron un par de tuercazos en el cuerpo, no vi nada más”.
“En la estación Avellaneda, había un grupo de policías. De esos que tiene cascos y escudos. No lo recuerdo pero tengo entendido que nos siguieron ellos atrás. Lo que sí sé, es que cuando fue el tema de las piedras, arriba había un grupo de policías que les tiraban con balas de goma. No te lo puedo asegurar, pero me parece que estaban arriba de las vías”.
“Después de esa batalla, digamos, ellos se van. Nosotros nos quedamos arriba de las vías. Ellos se van por una calle y se retiran. No sé cuántas cuadras. Estaban lejos ellos. Más de dos cuadras, seguro. Quizás tres. Nosotros nos quedamos arriba de las vías un tiempo considerable. Por allá, se vio que ellos estaban desplegando una bandera más grande que la que tenían. Algunos de los muchachos empezaron a decir que había que bajar del terraplén y correrlos para que se vayan. Para nosotros iba a ser un acto de presencia, y bueno, después pasó lo que pasó…”.
“Nosotros estábamos arriba de las vías y ya había compañeros abajo. Abajo estaba Pablo Díaz. Nos empezó a decir que bajemos. Toreta, el delegado que me convocó, nos decía que no, que no bajemos, porque supuestamente la idea no era que bajemos. Toreta decía que teníamos que impedir que corten las vías y que lo habíamos logrado. Pablo Díaz decía que bajemos, que no seamos cagones. Los chicos del Partido Obrero estaban en el fondo de la calle”.
“Mientras tanto, aparecieron caminando por las vías unos chicos. Venían del lado de la estación Yrigoyen. Pensamos que eran del PO, porque no los conocíamos. ´Es gente nuestra´, dijo alguno. No eran ferroviarios. Ahí reconocí a Favale, que venía con un grupo de amigos, o no sé qué eran de él. Un grupo. Ellos venían eufóricos. Llegaron y bajaron a la calle. Favale lo saludó enseguida a Pablo Díaz”.
“Al único que conocía era a Favale, porque unos días antes habíamos ido a un acto al estadio de River. Ese día estaba el señor Pablo Díaz, y Favale que lo seguía para todos lados. Los compañeros decían ´el loco ese es el custodio de Pablo Díaz´. Ahí lo vi por primera vez”.
“Cuando llegaron ellos, fue cuando más empezaron a decir con Pablo Díaz, que estaba abajo, que había que correrlos, que bajáramos. Empezaron todos a bajar y yo bajé. La idea de correrlos era de Pablo Díaz. Él decía ´vamos a correrlos para que se vayan´”.
“Salimos todos a correr para donde estaban ellos. Nos costó llegar, porque estaban lejos. La idea era que vieran que éramos un montón para que ellos se vayan. En ese transcurso, pasó lo de la periodista. Yo iba corriendo adelante. Cuando veo la cámara, me tiro para el lado izquierdo, porque no quería que me filmen. Calculo que fue a mitad de camino, porque nos quedamos todos. Fue como que la corrida se cortó. Después volvimos a correrlos, pero ya éramos menos”.
“Cuando estábamos llegando hacia ellos, había 10 chicos con palos. Estaban en fila ellos, como haciendo como una muralla. Ahí se armó otra pelea. Yo ya estaba más lejos. Me escondí detrás de un arbolito y agarré un pedazo de ladrillo para defenderme. Cuando lo agarro, veo una persona, que se arrodilla al lado mío y empieza a disparar”. González llora. Su testimonio se interrumpe por unos momentos.
“Yo lo miro y era Favale”, dice, señalándolo en la sala.
“Apoyó una rodilla y empezó a disparar. Yo escucho ´pa pa pa pa pa´, no sé cuántas. Fueron varias. Fue todo muy rápido. Tiro el ladrillo al piso y me vuelvo corriendo para el puente. Antes de salir corriendo, eché una última mirada. Veo a los chicos del partido obrero y lo veo patente. Veo que un pibe se agarra la panza y se desploma. El pibe estaba un poco más atrás de ellos, un par de metros. Después me entero, que el chico este era Mariano. Yo lo veo al loco de mierda este disparar y un pibe enfrente que se cae agarrándose la panza”.
“Vuelvo corriendo hasta abajo del puente. Todos salimos corriendo. Las únicas detonaciones que escuché fueron las que conté, porque Favale estaba pegado al lado mío”.
“Cuando llego abajo del puente, me siento en un cantero. Y me quedo ahí observando los alrededores. Estábamos todos acongojados. Los miraba a mis compañeros, no caía todavía. Todos pálidos, amarillos, estaban todos con lágrimas en los ojos. Yo no podía hablar. Todos sabíamos lo que había pasado, pero no caíamos”.
“Viene Gustavo Alcorcel caminando con una bolsa con gaseosas. Me acerco para buscar algo para tomar y lo vuelvo a ver a Favale, que se acerca a Pablo Díaz. Escucho que Pablo Díaz le dice ´loco,  te dije que traigas los fierros´. Y Favale le dice a Pablo Díaz: ´¿no viste que le di en la panza?´. Yo estaba detrás de él. Lo pasé de largo. Tomé gaseosa y me fui a la estación Yrigoyen. Me fui sólo a tomar el tren. Me encontré con un compañero de evasión y con Alejandro Benitez. No hablamos del tema. Un boletero nos cagó a pedos por haber ido. ´Ustedes no son policías, no tienen nada que hacer ahí ´. Me enteré primero por una conocida que estaba en el tren, y después por un llamado de mi mujer, que ya estaba todo en los medios”.
“Nosotros, cuando salimos con la venia del gremio, salimos autorizados. Nunca sancionaron ni nos descontaron nada. Esta fue la única vez. No sancionaron a nadie, pero nos descontaron el día”.
“Ese día no regresamos al lugar de trabajo, regresamos al otro día. Al otro día, entramos a trabajar y era un silencio total. La gente estaba… no decía nada. Se comentaba lo que había pasado. Un compañero contó que cuando estábamos ahí, alguien le apoyó un arma en el hombro, usó su hombro de apoyo y disparó. Pero no sabía quién había sido. El ruido hizo que diera vuelta la cabeza para el otro lado”.
“Buscábamos a los delegados, pero no había ni uno. Así habremos estado una semana. Nadie hablaba, estaban todos tristes”.
La defensora de Favale hizo algunas objeciones formales al procedimiento de la declaración de González en la fiscalía, hace ya un año y medio. Luego, se le leyeron al testigo algunos tramos de aquella declaración, que respondió con mucha seguridad.
El resto de las preguntas de las defensas finalmente ayudaron más a la parte acusadora que a sus clientes. Para ellos, el día ya estaba perdido.
Otros testimonios
El policía Eduardo Hein estaba apostado en el destacamento ubicado en el puente Bosch. El 20 de octubre de 2010, vio ‘pasar a una manifestación’. “Iban con carteles y panfletos, había mujeres y chicos”.
“Siguieron caminando hasta donde se pasa por debajo del puente y de arriba les empiezan a tirar piedras. Yo no veía quienes eran ni cuantos. Los de abajo les devolvían con las mismas piedras que les tiraban”. Hein relató que en las inmediaciones había un cordón de policías y vio al menos un patrullero y un auto policial sin identificación. Su ángulo de visión no le permitó ver más. Dijo no haber escuchado disparos ni nada parecido. Lo que suma su declaración, es la enésima corroboración del enorme despliegue policial que había en los alrededores del lugar donde mataron a Mariano.
También declararon tres testigos de concepto. El primero de ellos fue Victorio Paulón, secretario de relaciones internacionales de la fracción de la CTA alineada con Hugo Yasky. Su testimonio fue breve y deslucido. Dijo algunas generalidades sobre la tercerización laboral, pero no pudo ir a fondo en ningún aspecto. A los quince minutos, había agotado todo lo que tenía para decir.
Más interesantes fueron los aportes de Norberto Rosendo, de la comisión Salvemos al Tren , y de Edgardo Reynoso, delegado de la línea Sarmiento.
Rosendo es un ingeniero vinculado desde hace cuarenta años con la actividad ferroviaria. Dijo que muchas de las empresas contratistas que se presentan como ´cooperativas´ son “empresas fantasmas”. “No disponen de bienes ni capital para afrontar juicios laborales, y así evitan pagar las indemnizaciones. Lo que pasa es que no estamos hablando de cooperativas a las cuales la gente se asocia sino de empresas que se forman para conculcarles derechos a sus trabajadores”. Se refirió a denuncias que recibió la comisión que integra por parte de empleados de ´Unión del Mercosur´, la ´cooperativa´ trucha que regenteaban Pedraza y su entorno sindical y familiar. Rosendo explicó que el auge de las ´cooperativas´ comenzó luego de la privatización del ferrocarril. Su función supuesta era reabsorber a algunos de los miles de ferroviarios que quedaron sin empleo. “En esos años, la Unión Ferroviaria emitió una circular que decía que cualquiera de esas cooperativas que se formaran, tenían que tener la autorización del sindicato. Yo formé parte de una y estuve reunido con Pedraza por ese motivo”. Rosendo llamó a las tercerizaciones “un negocio inmoral”.
Por su parte, Edgardo Reynoso desarrolló varios antecedentes de reclamos de los tercerizaciones, un frente “siempre en conflicto” con las empresas. “El reclamo contra la tercerización corresponde a trabajadores que, desempeñando tareas contenidas en el convenio de la Unión Ferroviaria, no están incluido en ellas. Están precarizados y perciben menor remuneración por las mismas tareas”. Mencionó algunos conflictos que se produjeron en el ramal Sarmiento, donde desarrolla su actividad sindical. En particular, los de las empresas Centauro y JB.
Dijo que la política de la UF frente a los tercerizados se caracterizaba por un “doble discurso”: que formalmente apoyaba sus reclamos, pero en los hechos los saboteaba y trabajaba para dividir al colectivo obrero. También se refirió al Belgrano Cargas, que tiene un recorrido de 10 mil kilómetros de vías y es regenteado por la Unión Ferroviaria a través de “un  consorcio empresario-sindical”. Reynoso, mediante el relato de algunos episodios de su propia experiencia como sindicalista ferroviario, ilustró el amplio dominio de Pedraza en la Unión Ferroviaria. Reynoso aportó una pieza más para tomar dimensión de un plan criminal que hubiese sido imposible al margen de la participación y decisión del secretario general.
Las audiencias se reanudarán el lunes.
El sábado 20, a dos años del crimen de Mariano, todos tenemos una cita de honor: movilizarnos a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país.
Justicia por Mariano. Perpetua a Pedraza. Fuera sus patotas y los empresarios del ferrocarril.

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miércoles, 17 de octubre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 28


Severo y después


La declaración de Alfonso Severo había generado una enorme expectativa, luego del resonante episodio de su desaparición la semana anterior, que tuvo al país en vilo durante veinticuatro horas.



El nombre de Severo comenzó a circular en los medios de prensa al día siguiente del crimen de Mariano. Severo –un ex gerente de Ferrobaires despedido y desalojado de su oficina por asalto- denunció que en la madrugada del 21 de octubre de 2010, un grupo de desconocidos baleó el frente de su casa, en la localidad de Sarandí, y que ese atentado estaba conectado con el crimen de Mariano.



Al declarar ante la fiscal Cristina Camaño, Severo aportó detalles de la estructura mafiosa que tiene por base la empresa Ferrobaires y señaló la existencia de depósitos de armas en diversas oficinas de la estación Constitución; también afirmó que el día anterior al crimen de Mariano, Humberto Martínez –secretario general de la seccional sur de la UF- convocó a una reunión en la que llamó a impedir el corte de vías en Avellaneda. Por último, Severo aportó una nota anónima que le fuera depositada en el buzón de su casa, que rezaba (textualmente) lo siguiente:



“Gabi Sánchez (guarda) tiro al piso, dueño de arma. Tano Carnevale convocó a la marcha. C/barba candado le disparó a Ferreyra. Pablo Díaz pagó a los que fueron a Avellaneda. Fueron convocados por Martínez, Pablo Díaz, Fernández, Maldonado, c/una mujer que está en Ferrobaires y (ilegible) el entrepiso UF”. Estos mismos elementos fueron surgiendo en el curso de la investigación a partir de diversos testimonios y otros elementos de prueba.



Su desaparición creo expectativas sobre su declaración. Acerca de ese episodio, el gobierno hizo correr al principio la versión de que se trataba de un “autosecuestro”. Al mismo tiempo, el ministro de Justicia, Julio Alak, declaraba que debían investigarse “todas las hipótesis”. Tras su reaparición y su proclama de apoyo al kirchnerismo, los voceros oficiales pasaron a elogiar a Severo y –más sorprendente aun- a vincular su desaparición con la aplicación de la ley de medios y la disputa con Clarín. El episodio en cuestión sigue sin esclarecerse.



Algunos medios se refirieron a Severo como “un testigo clave”. Lo que Severo declaró no trajo mayores novedades. Introdujo algunos cambios respecto a su primera declaración (la reunión previa al 20 de octubre del 2010 no se habría realizado en oficinas de Ferrobaires sino en el Museo Ferroviario de Avellaneda) e hizo algunos señalamientos generales. Entre sus puntualizaciones, dijo tener conocimiento de que a Alejandro Benítez –el “testigo protegido” que llegó a la causa de la mano del intendente de Quilmes y que habría formado parte del grupo de choque de la patota- lo convocó el delegado Carnovale (´venite a Avellaneda que vamos a sacar a estos zurdos´). Reiteró la descripción de la mafia que anida en Ferrobaires y que encabezan Humberto Martínez, Norberto Saldaña, Daniel Hess y “Chuly” Carruega –ninguno de ellos hasta ahora fue ubicado en el lugar de los hechos- y dio un par de definiciones: “todo el armado de patotas y bandas viene de años”; “Pedraza tuvo una responsabilidad o irresponsabilidad después del ’90, de querer ser empresario, eso llevó a la pérdida de 50 mil empleos y a la tercerización”; “los trabajadores no fuimos defendidos por el sindicato” cuando se privatizó el ferrocarril.



La declaración de Severo deja planteadas dos cuestiones, que son responsabilidad del Estado: una, la investigación sobre las bandas que se cobijan en la estructura de Ferrobaires; dos, el esclarecimiento completo y certero del episodio de su desaparición.



Los otros testimonios



Luego de Severo, declararon tres testigos más: Susana Planas –empleada del Belgrano Cargas y apoderada de la ´cooperativa´ Unión del Mercosur-, Patricia Carabajal –delegada ´verde´ del Roca- y Lucas Lescano –un joven que fue convocado el 20 de octubre de 2010 a las vías para “tocar el bombo” a cambio de $50.



Los tres testigos, vinculados con la patota, se metieron en un atolladero de mentiras y excusas cuyo alcance (y consecuencias) serán considerados en el curso de las próximas audiencias.



Susana Planas mintió sobre las “gestiones” que realizaba la Unión Ferroviaria para lograr el pase a planta de los tercerizados. Junto al abogado Freeland, protagonizaron un papelón de película al exhibir actas que supuestamente apoyaban sus dichos. La única ´prueba´ que pudieron desempolvar fue un escrito del año 2006, anterior al ingreso de Ugofe a la gestión del ferrocarril y a la formación de la ´cooperativa´ Unión del Mercosur. La testigo trató de cubrir esto con parloteo, sin poder aportar una sola precisión. Planas también reconoció el empleo de varios familiares de Pedraza en ese ´cooperativa´ -que funcionaba en un inmueble, también propiedad de la familia Pedraza-, por salarios que sextuplicaban el de un obrero tercerizado. Cuando la cooperativa ´Unión del Mercosur´ fue allanada por la policía, Pedraza estuvo personalmente desesperado por comunicarse con ella para conocer los resultados de la pesquisa y poder prever sus implicancias.



El punto culmine de este lamentable (y macabro) paso de comedia fue cuando Planas reconoció que había asistido a por lo menos dos de las audiencias como parte del público, algo prohibido para los testigos antes de que presten declaración. Es probable que a raíz de esto, su testimonio resulte nulo.



Patricia Carabajal -amiga de Karina Benemérito, miembro del secretariado nacional de la UF, que declaró la semana pasada- no pudo remontar el enredo en el que se metió su ´comadre´ al intentar justificar los cruces de llamados entre Fernández y otros miembros del secretariado nacional con la patota, mientras se producía la agresión.



Carabajal negó conocer a Favale. Sin embargo, se reconoció a sí misma en una fotografía junto a Pablo Diaz, en el acto de River convocado por Moyano, donde habló Cristina Fernández, pocos días antes del crimen de Mariano. En esa fotografía, Favale se encuentra a pocos metros de ella, con chaleco de la Unión Ferroviaria.



Finalmente, el testigo Lescano mintió de punta a punta. Eludió cuatro citas a prestar declaración en fiscalía, durante la instrucción. El seguimiento de su teléfono lo ubica junto a Favale en un largo recorrido a través de la zona sur hasta Barracas. Además, registra con Favale 36 llamadas salientes y 32 entrantes. El 20 de octubre de 2010, por la noche, envió un mensaje de texto a su novia, en el que le decía “no sabes amor el bondi en el que me metí. Estuve en capital con los que mataron al pibe este”.



Sin embargo, Lescano declaró que no conocía a Favale; que concurrió porque se lo propuso un amigo apodado “Chavo” -al cual no ve desde hace dos años- para ir a tocar el bombo a cambio de 50 pesos, que el teléfono, aunque estuviera registrado a su nombre lo utilizaba su padre, quien, según afirmó, tampoco conoce a Favale…



Lescano dijo que para octubre de 2010, su padre trabajaba como camionero y que él se encontraba desempleado. Curiosamente, sacó un teléfono a crédito a su nombre para entregárselo a su padre… ¿No son demasiados cabos sueltos?



Por lo demás, relató que llegó en un micro alquilado especialmente para concurrir a Barracas, que ese micro estaba repleto de gente que no era ferroviaria, que nunca se movió del puente ferroviario, que vio un cordón policial en las inmediaciones, ubicado sobre una calle transversal (“quedate tranquilo que no van a intervenir”, escuchó) y describió cuando la patota emprendió la carrera contra la columna. “Se agarraron a tres cuadras. Yo no vi ni escuché nada. Cuando volvieron, comentaban ´cómo les dimos´ y cosas así”.



El último testigo previsto era Humberto Martínez, el secretario general de la seccional sur de la Unión Ferroviaria. Fue imposible hacerle llegar la notificación oficial ya que no se encontraba en ninguno de sus domicilios declarados. No se presentó a la audiencia. La fiscal María Luz Jalbert decidió finalmente desistirlo.



Las audiencias continuarán este jueves. El sábado 20, al cumplirse el segundo aniversario del crimen de Mariano, sus compañeros, amigos y familiares nos movilizaremos a la Plaza de Mayo para reclamar justicia por Mariano y perpetua para José Pedraza.


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MARCHA POR EL JUCIO Y CASTIGO A LOS ASESINOS DE MARIANO FERREYRA