viernes, 19 de octubre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 29


“Si me cortás las vías, los vamos a cagar a tiros”


Hoy, un obrero de los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada, que participó de la patota, relató conmocionado los hechos del 20 de octubre de 2010, en una declaración contundente sobre la premeditación del ataque. También declararon un policía del destacamento de la estación Hipólito Yrigoyen y tres testigos ´de concepto´; entre ellos, Edgardo Reynoso, del Cuerpo de Delegados del Sarmiento.
Antes de comenzar el debate propiamente dicho, los abogados defensores desistieron de la convocatoria a varios de los testigos que habían propuesto, muchos de ellos, miembros de la patota ferroviaria. Después de los últimos papelones que protagonizaron los ´compañeros´ del secretariado nacional de la UF, delegados verdes y otros personeros de Pedraza, quizás hayan decidido no arriesgar de más.
El ataque de la patota, desde adentro
Marcelo González declaró en la fiscalía seis meses después del crimen de Mariano. Dijo que se tomó ese tiempo porque temía por la seguridad de su familia. “Yo soy un hombre de bien, no un asesino”. González participó, el día de los hechos, del lado de la patota. Venía de los talleres de Escalada, donde la burocracia reclutó al grueso de su grupo. Buena parte de sus compañeros de  sector salieron ese día.
El testimonio de González expuso –una vez más, delante de los jueces- en forma brutal el carácter deliberado de la agresión criminal.
“Ese día, me presenté a trabajar en mi puesto de trabajo como un día normal. Yo trabajo en la parte de carpintería de coches remolcados. Entre los compañeros, se decía que íbamos a salir del taller como lo hacíamos siempre que íbamos a una marcha o un acto. Yo estaba en mi puesto y vino un delegado, Toreta, a decirnos que íbamos a ir a Avellaneda. Venía con una planilla con nuestros  nombres e iba haciendo una cruz al lado de los que íbamos a salir. Siempre se hacía así”.
“Quedamos en que a las 8.30 de la mañana nos encontrábamos en la puerta de los talleres. Habremos salido tipo 10. Éramos más de cincuenta personas.”
“Cuando bajamos en Avellaneda, había gente del Partido Obrero en el andén, que tenían carteles. Había señoras, chicos. No eran muchos. De nuestro lado, había compañeros de otros sectores: brigada, evasión. Éramos muchos más de 100 seguro”.
“Nos quedamos ahí charlando en el andén. Íbamos, veníamos. Con dos compañeros de trabajo bajamos a comprar gaseosas y sánguches. Hacía mucho calor ese día. Cuando terminamos de comer, volvimos al andén donde estaban los demás, hasta que viene un compañero mío que me dice ´che, loco, acompañame que Pablo Díaz mandó a pedir gente, que va a ir a hablar con del PO que están abajo´”.
“Salimos para el lado de la calle, que no sé cómo se llama. Pegamos la vuelta, pasamos debajo de un puente. Estaba la gente del Partido Obrero yendo en columna. Estaban tranquilos ellos, con sus  banderas. Llevaban unas cañas envueltas en tapo, calculo que son banderas”.
“Ahí lo veo a Pablo Díaz hablando con dos señores. Hablaban tranquilo, hablaban bien, normal, hasta que el Pablo Díaz se altera y les grita ´si me cortás las vías, te cago a tiros´. Fue en esa esquina donde está el puente. Hay una estación de servicio. Yo me había quedado en la vereda y ellos estaban a unos cuatro metros. La gente del Partido Obrero empezó a marchar y nosotros subimos a la estación. Ellos venían caminando por abajo del terraplén. Entonces ahí salimos todos los compañeros. Nos cruzamos para el lado del terraplén por donde venían ellos, y empezamos a caminar al lado -ellos por abajo, nosotros por arriba- para el lado de Capital”.
“Cuando cruzamos las vías para ir del lado que venían los del PO, Pablo Díaz estaba hablando con un señor alto, de traje oscuro, que le dice: ´si tenés que hacer algo, hacélo ahora´”.
“íbamos caminando y unos metros antes de llegar a un puente que hay ahí, los de adelante empiezan a gritar que los del Partido Obrero querían subir a las vías y que habían lastimado a los compañeros, porque venían a gomerazos. Yo venía de la mitad para atrás del grupo. Ahí empezamos a correr y se armó una batalla. Ellos nos tiraban con gomeras, piedras, con bulones. Nosotros respondíamos con piedras. Ellos estaban a una distancia considerable. El intercambio fue ahí abajo del puente. Ellos estaban abajo y nosotros,  arriba. Es un terraplén alto. Dicen que un grupito logró subir a las vías, pero yo no lo vi. A los nuestros, les dieron un par de tuercazos en el cuerpo, no vi nada más”.
“En la estación Avellaneda, había un grupo de policías. De esos que tiene cascos y escudos. No lo recuerdo pero tengo entendido que nos siguieron ellos atrás. Lo que sí sé, es que cuando fue el tema de las piedras, arriba había un grupo de policías que les tiraban con balas de goma. No te lo puedo asegurar, pero me parece que estaban arriba de las vías”.
“Después de esa batalla, digamos, ellos se van. Nosotros nos quedamos arriba de las vías. Ellos se van por una calle y se retiran. No sé cuántas cuadras. Estaban lejos ellos. Más de dos cuadras, seguro. Quizás tres. Nosotros nos quedamos arriba de las vías un tiempo considerable. Por allá, se vio que ellos estaban desplegando una bandera más grande que la que tenían. Algunos de los muchachos empezaron a decir que había que bajar del terraplén y correrlos para que se vayan. Para nosotros iba a ser un acto de presencia, y bueno, después pasó lo que pasó…”.
“Nosotros estábamos arriba de las vías y ya había compañeros abajo. Abajo estaba Pablo Díaz. Nos empezó a decir que bajemos. Toreta, el delegado que me convocó, nos decía que no, que no bajemos, porque supuestamente la idea no era que bajemos. Toreta decía que teníamos que impedir que corten las vías y que lo habíamos logrado. Pablo Díaz decía que bajemos, que no seamos cagones. Los chicos del Partido Obrero estaban en el fondo de la calle”.
“Mientras tanto, aparecieron caminando por las vías unos chicos. Venían del lado de la estación Yrigoyen. Pensamos que eran del PO, porque no los conocíamos. ´Es gente nuestra´, dijo alguno. No eran ferroviarios. Ahí reconocí a Favale, que venía con un grupo de amigos, o no sé qué eran de él. Un grupo. Ellos venían eufóricos. Llegaron y bajaron a la calle. Favale lo saludó enseguida a Pablo Díaz”.
“Al único que conocía era a Favale, porque unos días antes habíamos ido a un acto al estadio de River. Ese día estaba el señor Pablo Díaz, y Favale que lo seguía para todos lados. Los compañeros decían ´el loco ese es el custodio de Pablo Díaz´. Ahí lo vi por primera vez”.
“Cuando llegaron ellos, fue cuando más empezaron a decir con Pablo Díaz, que estaba abajo, que había que correrlos, que bajáramos. Empezaron todos a bajar y yo bajé. La idea de correrlos era de Pablo Díaz. Él decía ´vamos a correrlos para que se vayan´”.
“Salimos todos a correr para donde estaban ellos. Nos costó llegar, porque estaban lejos. La idea era que vieran que éramos un montón para que ellos se vayan. En ese transcurso, pasó lo de la periodista. Yo iba corriendo adelante. Cuando veo la cámara, me tiro para el lado izquierdo, porque no quería que me filmen. Calculo que fue a mitad de camino, porque nos quedamos todos. Fue como que la corrida se cortó. Después volvimos a correrlos, pero ya éramos menos”.
“Cuando estábamos llegando hacia ellos, había 10 chicos con palos. Estaban en fila ellos, como haciendo como una muralla. Ahí se armó otra pelea. Yo ya estaba más lejos. Me escondí detrás de un arbolito y agarré un pedazo de ladrillo para defenderme. Cuando lo agarro, veo una persona, que se arrodilla al lado mío y empieza a disparar”. González llora. Su testimonio se interrumpe por unos momentos.
“Yo lo miro y era Favale”, dice, señalándolo en la sala.
“Apoyó una rodilla y empezó a disparar. Yo escucho ´pa pa pa pa pa´, no sé cuántas. Fueron varias. Fue todo muy rápido. Tiro el ladrillo al piso y me vuelvo corriendo para el puente. Antes de salir corriendo, eché una última mirada. Veo a los chicos del partido obrero y lo veo patente. Veo que un pibe se agarra la panza y se desploma. El pibe estaba un poco más atrás de ellos, un par de metros. Después me entero, que el chico este era Mariano. Yo lo veo al loco de mierda este disparar y un pibe enfrente que se cae agarrándose la panza”.
“Vuelvo corriendo hasta abajo del puente. Todos salimos corriendo. Las únicas detonaciones que escuché fueron las que conté, porque Favale estaba pegado al lado mío”.
“Cuando llego abajo del puente, me siento en un cantero. Y me quedo ahí observando los alrededores. Estábamos todos acongojados. Los miraba a mis compañeros, no caía todavía. Todos pálidos, amarillos, estaban todos con lágrimas en los ojos. Yo no podía hablar. Todos sabíamos lo que había pasado, pero no caíamos”.
“Viene Gustavo Alcorcel caminando con una bolsa con gaseosas. Me acerco para buscar algo para tomar y lo vuelvo a ver a Favale, que se acerca a Pablo Díaz. Escucho que Pablo Díaz le dice ´loco,  te dije que traigas los fierros´. Y Favale le dice a Pablo Díaz: ´¿no viste que le di en la panza?´. Yo estaba detrás de él. Lo pasé de largo. Tomé gaseosa y me fui a la estación Yrigoyen. Me fui sólo a tomar el tren. Me encontré con un compañero de evasión y con Alejandro Benitez. No hablamos del tema. Un boletero nos cagó a pedos por haber ido. ´Ustedes no son policías, no tienen nada que hacer ahí ´. Me enteré primero por una conocida que estaba en el tren, y después por un llamado de mi mujer, que ya estaba todo en los medios”.
“Nosotros, cuando salimos con la venia del gremio, salimos autorizados. Nunca sancionaron ni nos descontaron nada. Esta fue la única vez. No sancionaron a nadie, pero nos descontaron el día”.
“Ese día no regresamos al lugar de trabajo, regresamos al otro día. Al otro día, entramos a trabajar y era un silencio total. La gente estaba… no decía nada. Se comentaba lo que había pasado. Un compañero contó que cuando estábamos ahí, alguien le apoyó un arma en el hombro, usó su hombro de apoyo y disparó. Pero no sabía quién había sido. El ruido hizo que diera vuelta la cabeza para el otro lado”.
“Buscábamos a los delegados, pero no había ni uno. Así habremos estado una semana. Nadie hablaba, estaban todos tristes”.
La defensora de Favale hizo algunas objeciones formales al procedimiento de la declaración de González en la fiscalía, hace ya un año y medio. Luego, se le leyeron al testigo algunos tramos de aquella declaración, que respondió con mucha seguridad.
El resto de las preguntas de las defensas finalmente ayudaron más a la parte acusadora que a sus clientes. Para ellos, el día ya estaba perdido.
Otros testimonios
El policía Eduardo Hein estaba apostado en el destacamento ubicado en el puente Bosch. El 20 de octubre de 2010, vio ‘pasar a una manifestación’. “Iban con carteles y panfletos, había mujeres y chicos”.
“Siguieron caminando hasta donde se pasa por debajo del puente y de arriba les empiezan a tirar piedras. Yo no veía quienes eran ni cuantos. Los de abajo les devolvían con las mismas piedras que les tiraban”. Hein relató que en las inmediaciones había un cordón de policías y vio al menos un patrullero y un auto policial sin identificación. Su ángulo de visión no le permitó ver más. Dijo no haber escuchado disparos ni nada parecido. Lo que suma su declaración, es la enésima corroboración del enorme despliegue policial que había en los alrededores del lugar donde mataron a Mariano.
También declararon tres testigos de concepto. El primero de ellos fue Victorio Paulón, secretario de relaciones internacionales de la fracción de la CTA alineada con Hugo Yasky. Su testimonio fue breve y deslucido. Dijo algunas generalidades sobre la tercerización laboral, pero no pudo ir a fondo en ningún aspecto. A los quince minutos, había agotado todo lo que tenía para decir.
Más interesantes fueron los aportes de Norberto Rosendo, de la comisión Salvemos al Tren , y de Edgardo Reynoso, delegado de la línea Sarmiento.
Rosendo es un ingeniero vinculado desde hace cuarenta años con la actividad ferroviaria. Dijo que muchas de las empresas contratistas que se presentan como ´cooperativas´ son “empresas fantasmas”. “No disponen de bienes ni capital para afrontar juicios laborales, y así evitan pagar las indemnizaciones. Lo que pasa es que no estamos hablando de cooperativas a las cuales la gente se asocia sino de empresas que se forman para conculcarles derechos a sus trabajadores”. Se refirió a denuncias que recibió la comisión que integra por parte de empleados de ´Unión del Mercosur´, la ´cooperativa´ trucha que regenteaban Pedraza y su entorno sindical y familiar. Rosendo explicó que el auge de las ´cooperativas´ comenzó luego de la privatización del ferrocarril. Su función supuesta era reabsorber a algunos de los miles de ferroviarios que quedaron sin empleo. “En esos años, la Unión Ferroviaria emitió una circular que decía que cualquiera de esas cooperativas que se formaran, tenían que tener la autorización del sindicato. Yo formé parte de una y estuve reunido con Pedraza por ese motivo”. Rosendo llamó a las tercerizaciones “un negocio inmoral”.
Por su parte, Edgardo Reynoso desarrolló varios antecedentes de reclamos de los tercerizaciones, un frente “siempre en conflicto” con las empresas. “El reclamo contra la tercerización corresponde a trabajadores que, desempeñando tareas contenidas en el convenio de la Unión Ferroviaria, no están incluido en ellas. Están precarizados y perciben menor remuneración por las mismas tareas”. Mencionó algunos conflictos que se produjeron en el ramal Sarmiento, donde desarrolla su actividad sindical. En particular, los de las empresas Centauro y JB.
Dijo que la política de la UF frente a los tercerizados se caracterizaba por un “doble discurso”: que formalmente apoyaba sus reclamos, pero en los hechos los saboteaba y trabajaba para dividir al colectivo obrero. También se refirió al Belgrano Cargas, que tiene un recorrido de 10 mil kilómetros de vías y es regenteado por la Unión Ferroviaria a través de “un  consorcio empresario-sindical”. Reynoso, mediante el relato de algunos episodios de su propia experiencia como sindicalista ferroviario, ilustró el amplio dominio de Pedraza en la Unión Ferroviaria. Reynoso aportó una pieza más para tomar dimensión de un plan criminal que hubiese sido imposible al margen de la participación y decisión del secretario general.
Las audiencias se reanudarán el lunes.
El sábado 20, a dos años del crimen de Mariano, todos tenemos una cita de honor: movilizarnos a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país.
Justicia por Mariano. Perpetua a Pedraza. Fuera sus patotas y los empresarios del ferrocarril.

Para comunicarse: potigre@yahoo.com.ar
Luis Antón: 1561076227
Martín Silva: 1569464740

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MARCHA POR EL JUCIO Y CASTIGO A LOS ASESINOS DE MARIANO FERREYRA