lunes, 5 de noviembre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 34


Falsos testimonios

En esta fase del juicio, están declarando los testigos de la patota. Algunos, porque los abogados defensores desistieron de varios de ellos, especialmente de delegados que podían llegar a terminar comprometidos judicialmente.
Hoy, por caso, la defensora de Favale terminó de desistir de la convocatoria a Alberto Carnovale, delegado del Roca y miembro de la comisión directiva de la seccional sud de la Unión Ferroviaria. También desistieron del testimonio de Marcelo Garro, otro de los patoteros reclutados en los talleres de Escalada. Durante el ataque a los tercerizados, Garro fue herido en una mano. Daniel González lo trasladó al hospital Argerich, pero huyeron de allí antes de ser atendidos. ´Off the record´, circula la versión de que Garro se hirió a sí mismo accidentalmente, al intentar disparar una ´tumbera´. Luego del crimen de Mariano, se ausentó por varios días de su trabajo. En el taller, corrieron la versión que fue herido de bala , pero el mismo se encargo de “aclarar “que su herida era por una piedra. De hecho, hoy mismo, el delegado Aldo Amuchástegui lo mencionó delante del tribunal, y no fue la primera vez que se lo nombra en la sala. Sin embargo, las defensas desistieron de su testimonio. En forma casi desesperada además, porque Garro ya se encontraba en la sala de espera para subir al estrado. En resumen, no pudimos conocer ´su´ verdad de lo que le ocurrió.
Los patoteros que sí se presentaron hoy a declarar, fracasaron rotundamente en el intento por armar un relato al menos coherente del supuesto “enfrentamiento”.
El primero en subir al estrado fue Ricardo Del´Orto. Trabaja en los talleres de Escalada. Dijo que el 20 de octubre de 2010 empezó como un día normal, hasta que a media mañana uno de los delegados dijo que concentrarían en Avellaneda “para hacer acto de presencia para que no corten las vías”. Dijo que la concurrencia fue “voluntaria” y que estaba sobreentendido que no recibirían sanciones, ya que cada vez que el sindicato hacía una convocatoria, podían retirarse sin problema en horario de trabajo.  Del´Orto señaló a Pablo Díaz como “el que estaba a cargo” y nombró a Toretta y Amuchástegui como dos de los delegados que transmitían sus órdenes. Mencionó la llegada del grupo de Favale sin aportar detalles, y dijo que bajaron de las vías para correr a los manifestantes “para que se fueran”. “Estaban a más de doscientos metros nuestro y desplegaron una bandera que nos tapaba la visual. Algunos empezaron a decir ´vamos, que van a volver´, y yo corrí con ellos. Cuando nos estábamos acercando, escuché las detonaciones y corrí para el otro lado. Decían que nos estaban tirando con armas de fuego. Yo no vi armas”. A medida que avanzó el interrogatorio, ´recordó´ algunos detalles: por ejemplo, que avanzaron hacia los manifestantes tirándoles piedras. Admitió saber -por rumores- que, en los talleres, pegaron un cartel que rezaba ´Juan Molina buchón arrepentido´ -algo que denunció Germán Sandri, de Causa Ferroviaria, en la audiencia pasada- y dijo desconocer cuál era la posición de la Unión Ferroviaria frente a los reclamos de los tercerizados. Por último, afirmó que la policía no hizo nada por detener a nadie y que se enteraron que había un muerto cuando estaban aún en las vías, en la zona de Barracas.
El siguiente testigo, Juan Brandan, es un señalero cuyo puesto fijo se encuentra a algunos metros de la estación Avellaneda. Empezó diciendo que vio pasar “a gente del Polo Obrero, que iba sacando fotos, filmando y agrediendo a la gente” (¿?). Se sumó a la patota porque “vi personas en las vías, me acerqué y eran mis compañeros de trabajo”. “Había sido una semana complicada porque ya habían habido dos cortes que hicieron Quebracho y el Partido Obrero” dijo, pero esos cortes solamente existieron en su imaginación. Brandan no pudo hilvanar un relato coherente, los interrogatorios fueron infructuosos y nadie quiso hacerle demasiadas preguntas más.
Luego fue el turno de Ricardo Almada, otro trabajador del taller. Se esforzó en destacar el carácter ´voluntario´ de la concurrencia a Avellaneda, al punto de afirmar que “nadie convocaba, era ´vox populi´ que íbamos a ir a hacer acto de presencia porque ciertas personas (sic) iban a intentar cortar las vías”. Ningún vox populi: los delegados recorrían los sectores, lista en mano, reclutando uno por uno. Entregaron una lista a la secretaria administrativa del taller, con nombre, apellido y número de legajo de los que concurrirían. El título era más que elocuente: “personal que se retira por corte de vías en Avellaneda”. Esa lista llegó a media mañana a los despachos de los gerentes de recursos humanos de Ugofe –además, al menos media docena de jefes de la empresa se encontraban físicamente presentes en Avellaneda, junto a la patota.
Almada vertió un confuso relato sobre el ataque a los manifestantes (respecto de la agresión final, los testigos de la patota varían su versión entre que los tercerizados y militantes “volvían”, “se reagrupaban”, “se movían”, “no los podíamos ver”: ninguno se atrevió a decir con claridad que regresaban hacia las vías, donde se encontraban ellos, porque saben que eso sonaría definitivamente ridículo). Su testimonio terminó completamente desacreditado: ingresó a Ugofe en 2007, como guardabarrera; dos años después, fue trasladado al taller. Negó que la Unión Ferroviaria tuviera injerencia en la promoción de categorías, pero su ascenso había sido solicitado directamente por Juan Carlos Fernández. Se le exhibió al testigo la lista, donde figura con nombre, apellido y número de legajo, y que fue hallada en una carpeta de Fernández durante uno de los allanamientos. Ricardo ´Vox Populi´ Almada debía favores a la burocracia y terminó participando -con o sin conocimiento previo- de un ataque criminal ordenado por ella.
Finalmente, declaró Aldo Amuchástegui, supervisor y, a la vez, delegado en los talleres de Escalada. Comenzó declarando con impostado aplomo, pero terminó sufriendo cuando fue puesto en evidencia como un mentiroso.
En los días posteriores al crimen de Mariano, lo vieron desesperado. Estaba convencido de que caería detenido junto a sus ´compañeros´. Amuchástegui fue quien entregó la lista de los empleados que saldrían del taller para sumarse a la patota. Además, participó del apriete a los periodistas de C5N y era uno de los que impartían directivas al resto de la patota.
Al día siguiente al crimen de Mariano, realizó una ´asamblea´ en el comedor del taller para intentar sellar un pacto de silencio. En resumidas cuentas, jugó un rol protagónico en el ataque criminal.
Durante la primera parte de su declaración -mientras lo interrogaban los abogados defensores de Pedraza y la patota- mintió hasta el hartazgo. Cuando comenzaron a interrogar la fiscalía y las querellas, sencillamente se hundió.
Dijo que el 20 de octubre de 2010 era un día normal, que entró al taller a las seis y media de la mañana, comenzó a realizar su trabajo y que a eso de las nueve horas, se comunicó con Pablo Díaz, que le comenta que en Avellaneda habría un corte de vías. “Si hay que ir para allá, yo voy. No era nada de otro mundo, si hay que salir a un acto, a un asado, a un acto del gobierno, yo voy”, apuntó el testigo. Dijo que salieron más de cien personas del taller. Entre 90 y 120. “Hay que consultar a la empresa si se puede salir o no, al jefe de taller o al delegado. Yo hablé con los delegados y después se encargaron ellos. Yo sólo pregunté si se podía salir. Los que estaban anotados tomaron el tren, fue una salida totalmente voluntaria…”. Como señalamos más arriba, está claramente acreditado en el juicio cuál fue la función concreta del testigo en esta “salida voluntaria”.
Describió a los manifestantes portando “pancartas, banderas naranjas y rojas del Partido Obrero, con caras tapadas y palos”; y a Pablo Díaz, afirmando cosas como “no entremos en ningún quilombo, para eso está la policía, lo nuestro es hacer acto de presencia”. “Él siempre estaba preocupado por la situación de los tercerizados”, mintió Amuchástegui -sin mostrar ningún pudor- sobre el rol jugado por Pablo Díaz, jefe de la patota en el terreno de los hechos.
De la primera agresión, sencillamente dijo “nosotros no agredimos para nada”. Afirmó que cuando se instalaron sobre el puente ferroviario que cruza la calle Luján, los manifestantes –que, según dijo, ya se encontraban a doscientos metros- les seguían tirando piedras (¡!). Se le exhibieron los videos, para que señalara cuál fue el momento en el que los manifestantes les arrojaban esas piedras. Como tal cosa era puro invento, balbuceó y no tuvo mejor ocurrencia que atacar a los periodistas de C5N.
“Los periodistas que estaban ahí no las filmaron”. “Nosotros les decíamos que filmaran todo, que hicieran su trabajo”. “Tenían mala onda”. “No vi que nadie los tocara o amenazara”. “Parece ser que como que se ha vendido hasta ahora que los malos de la película somos nosotros”. En los videos, el audio es concluyente: “bajá la cámara”, amenazan a los periodistas. “No filmés o te vamos a romper todo”. Como se vio en la sala, en las imágenes Amuchástegui aparece junto a uno de los imputados, Juan Carlos Pérez, quien hace el ademán de acomodarse un arma que lleva en la cintura.
Dijo que la decisión de avanzar hacia los manifestantes fue ´general´, porque éstos habían desenrrollado una bandera, habían formado un cordón “y se movían”. Cuando se le pidieron precisiones, se produjo el siguiente diálogo en la audiencia, que vale como muestra de lo que fue su interrogatorio:
-¿Usted los vio venir a los manifestantes?
-Yo, estemmmm… lo que le puedo decir es que los vi moverse una vez que armaron el cordoncito ese de punta a punta…
-Pero la pregunta es si cuando escucha que dicen “vienen, vienen”, usted los vio venir…
-Voy a ser concreto… (larga pausa)… estoy tratando de recordar… Para mi ver (sic), yo los vi moverse. Nada más. No que corrían o nada por el estilo. Yo los veo que ellos están agitados y moviéndose. La verdad que no le puedo precisar.
Interviene uno de los jueces:
-¿No lo recuerda?
-No le podría precisar… ellos se mueven, no sé cómo explicarlo… Hacia nosotros no se acercaron, todo lo contrario…
Uno de los defensores le preguntó si supo de gente herida del lado de la Unión Ferroviaria. “Marcelo Garro tenía en una de las manos, según decían algunos, un perdigón, como que le había pegado con algo, con la coyuntura de una escopeta”, dijo Amuchástegui. Los defensores acababan de desistir del testimonio del ´herido´.
Dijo que no conocía a Favale, pero terminó reconociendo que lo conocía del acto de Moyano y Cristina en River, de la patoteada contra los tercerizados que se produjo en el mes de septiembre de 2010 en el hall de Constitución y… de Barracas el 20 de octubre.
Para finalizar, se le preguntó si había hablado con Fernández con posterioridad a los hechos. Lo negó. Entonces se le leyó la transcripción de una de las escuchas, en la que dialoga con “El Gallego” Fernández. Amuchástegui estaba preocupado. Estaba convencido de que lo detendrían junto a Daniel González por las amenazas a los periodistas de C5N, y no lograba comunicarse con el abogado de la UF, Juan Araya (actualmente, directivo de la empresa estatal Sof S.E.). Amuchástegui le dice a Fernández –entre muchas otras cosas- que se va a presentar a “hacer la declaración que vos me dijiste”. “Vos hacé todo lo que te digan los abogados”, le contesta Fernández, “para que no te hagan pisar”.
“¿Todo eso hablé yo?”, le preguntó demudado el testigo a la fiscal. “No recuerdo esa conversación, ¿está seguro que es mi teléfono”, dijo.
Sí, Amuchástegui. Esa escucha judicial es parte de la prueba reunida durante la investigación del homicidio de Mariano Ferreyra y de otras tres tentativas de homicidio.
Estos testigos son “de lo mejorcito” que tienen los defensores. Así les va.
Más que nunca: perpetua a Pedraza, castigo a todos los culpables.
El juicio continúa el jueves.

Para comunicarse: potigre@yahoo.com.ar
Luis Antón: 1567076227
Martín Silva: 1569464740

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