lunes, 5 de noviembre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 35


Las defensas, a los tumbos

Hoy declararon nuevos testigos de las defensas. Se trata, en todos los casos, de personas que no declararon durante la instrucción de la causa y que recién lo hacen ahora.
Los abogados defensores de Pedraza y su patota desistieron de muchos de los testimonios que habían propuesto –especialmente, de aquellos ´testigos´ que fueron señalados o mencionados reiteradamente en otros testimonios por su participación en el ataque o en sus preparativos.
En resumidas cuentas, mantuvieron la convocatoria de apenas un puñado. Son testigos ´preparados´ por los abogados defensores, que suben al estrado a mentir para encubrir a la patota. Son delegados de la lista Verde de José Pedraza o empleados que les deben favores a la burocracia.
En todos los casos, se repite la misma mecánica: mientras preguntan los defensores, se atienen a un guión pre armado. Cuando les toca interrogar a los acusadores, sus relatos se deshilachan, hasta alcanzar ribetes delirantes. Son testimonios inverosímiles, inconsistentes, reiterativos, sobreactuados.
Hay latiguillos constantes: ´fuimos a hacer acto de presencia´, ´la concurrencia era voluntaria´, ´yo estaba en la parte de atrás del grupo, así que mucho no pude ver´, ´parecía que iban a volver´, ´corrí hacia ellos porque los demás corrieron´, ´corrí sólo unos metros porque tengo problemas respiratorios´ (varios casos), ´escuché detonaciones pero no vi armas de fuego´, ´me enteré después que hubo un muerto pero no lo comenté con nadie´, etc. Cuando interrogamos los acusadores, comienzan para ellos los problemas: contradicciones, reticencias, baches, vacilaciones, súbitos ataques de amnesia…
En esta audiencia, por caso, declararon cinco integrantes de la patota ferroviaria (Ricardo Arias Mariano Maroco, Marcelo Suárez, Jorge Dotto, y Jorge Krazcowski), la empleada de Ferrobaires Verónica Del Anna y la ex funcionaria de la subsecretaría de Transporte Ferroviario, Graciela Cavazza.
El primero en declarar fue Arias, del sector pinturería de los talleres de Escalada. De entrada, le atribuyó la conformación del grupo que salió del taller a Aldo Amuchástegui, testigo de la víspera, que había declarado que no tuvo nada que ver con el reclutamiento de la patota. No tuvo mejor ocurrencia que agregar que “teníamos todas las garantías de que íbamos a salir sin problemas de nada. En la puerta estaba Walter, que es de recursos humanos. Él fue con nosotros. Vi a uno de los jefes de la empresa también”. Se le preguntó luego a qué clase de ´garantías´ se refería: “a que nadie de los tercerizados o del PO nos iba agredir”, balbuceó.
Arias es uno de los tantos que comenzó a correr hacia los manifestantes sin un motivo que pudiera explicar sensatamente, y dijo que se detuvo antes de llegar a ellos porque sufre de “problemas respiratorios”. Aseguró que no vio personas que no fueran ferroviarios en su grupo. Más tarde, se le exhibirían en la audiencia imágenes de C5N, en las que aparece al frente de la patota, al lado de Cristian Favale. Pero eso ocurrió al final de su declaración, cuando ya no quedaba nada de ella que pudiera ser tomado en serio.
Arias dijo haber escuchado “cinco o seis detonaciones”, pero que no vio a ningún tirador. Al principio de su declaración, afirmó que no recordaba “haber visto a Pablo Díaz en la corrida, pero sé que él se cayó y que los muchachos del PO lo agredieron. Vi eso”. Más tarde, se rectificaría para ´aclarar´ que no vio la supuesta agresión a Díaz sino que se trató de algo que le ´comentaron´. Como el testigo, en el estrado, hizo suya la consigna de la burocracia de que ´los ferroviarios no cortamos las vías´, le preguntaron si los tercerizados no  eran ferroviarios… “Son trabajadores”, contestó. “¿Pero son trabajadores ferroviarios?”, hubo que repreguntarle. “Son tercerizados”, insistió.
Le preguntaron si en el grupo ´voluntario´ de ferroviarios que se concentró en Avellaneda para ´hacer acto de presencia´ había mujeres. Contestó que no. Eso le interesó a uno de los jueces, que le preguntó si en el ferrocarril trabajan mujeres. “Son muchas las empleadas”, contestó el testigo. “¿Y cuántas mujeres había impidiendo en el corte de vías?”. “No había”. “¿No era que iba el que quería? ¿Por qué no había mujeres?”, insistió el juez. “La convocatoria no era para mujeres”, respondió el hombre de los problemas respiratorios.
Tras su declaración, el defensor del subcomisario Garay –responsable por los policías de la comisaría 30 que se encontraban en el lugar del hecho- pidió que se lo imputara por falso testimonio, porque afirmó los patrulleros que se encontraban en el lugar se abrieron cuando iniciaron la corrida –probablemente, lo único estrictamente cierto que dijo en toda su declaración. Sería la primera vez, en 35 audiencias que lleva el juicio, que se quiebra la defensa coordinada de patoteros y policías.
La siguiente testigo fue Verónica Del Anna, empleada de Ferrobaires. Apenas subió al estrado, le guiñó el ojo a Gustavo Alcorcel, uno de los detenidos, cosa que se le hizo notar al tribunal. Durante su brevísima declaración, reveló que a Pablo Díaz se lo encontraba habitualmente en el entrepiso de Constitución, donde están las oficinas del sindicato, y que después del crimen de Mariano, Díaz no volvió a aparecer por allí. También negó haber hablado con Alfonso Severo desde su violenta desvinculación de la empresa, en 2009. Severo había dicho que ella le informó sobre una reunión en el Museo Ferroviario de Avellaneda, conectada con el crimen de Mariano.
Luego fue el turno de Graciela Cavazza, asesora legal de la subsecretaría de Transporte Ferroviario entre 2002 y 2011. Una de las notas del ´comité de crisis´ que conformó Ugofe el día previo por el eventual corte de vías, estaba dirigida a ella. Cavazza se deslindó de cualquier responsabilidad y las trasladó a sus superiores, Juan Pablo Schiavi y Antonio Luna. Se definió a sí misma como “una empleada técnica”.
El 20 de octubre se comunicó varias veces con “El Gallego” Fernández a pedido de Schiavi, para verificar “si estaban dadas las condiciones para la prestación del servicio”. En todos los casos, dijo, lo atendió Fernández –la coartada de éste, para disimular la constante comunicación que mantuvo el 20 de octubre con Díaz y otros miembros de la patota, era que su secretaria atendía su teléfono. Cavazza participaba de las reuniones en el Ministerio de Trabajo cuando se discutían las paritarias ferroviarias. Afirmó que no tenía conocimiento de conflictos en las tercerizadas, ya que “cada empresa se manejaba con el personal de acuerdo a su marco normativo”.
El siguiente testigo, Jorge Aguirre, era un tercerizado de Unión del Mercosur, la ´cooperativa´ que explotaban Pedraza y los suyos. Aguirre no estuvo en el lugar de los hechos el 20 de octubre. Era puntero de un concejal de Almirante Brown hasta que ingresó a la ´cooperativa´ recomendado por  Juan Carlos Fernández. Contó alegremente que, luego de contactar al “Gallego”, “a la semana me llamaron de la cooperativa. Fui a la oficina de la calle San José y me tomó la entrevista Juan Carlos Cabrol. Me explicó qué era cooperativa y me dijo que no me hiciera esperanzas de que en algún momento fuese a pasar a planta permanente”. Aguirre vino a declarar para favorecer a Pablo Díaz, pero terminó dejando malparados Pedraza y su banda. Explicó que los ´socios´ de la ´cooperativa´ eran monotributistas, que el recibo de sueldo se lo firmaba la cuñada de Pedraza y que, al menos durante tres años, no participaron del reparto de supuestas ganancias; también dijo que en el obrador donde trabajaban no tenían baño ni duchas, y que entonces tomó contacto con Pablo Díaz porque “no podíamos seguir como animales”. Sin el menor empacho, relató que Díaz les consiguió baños químicos, y que presentaron un reclamo salarial. Entonces, “a los 3 días, apareció una camioneta Hillux gris que no recuerdo de quién era y nos entregó un sobre con dinero a los diecisiete trabajadores de la cuadrilla”. Dijo que Pablo Díaz lo nombró (sic) ´referente´ de su sector (“delegados es dentro de la empresa y nosotros éramos monotributistas”) y que no acudía a las reuniones y medidas del resto de los tercerizados “por temor a perder el trabajo”, pero reconoció que otros trabajadores de la ´cooperativa´ sí participaban.
El de Marcelo Suárez, empleado de los talleres de Escalada, también fue otro testimonio. Dijo que lo convocó Pablo Díaz “para ir a Avellaneda a hacer acto de presencia y evitar corte de vías”. Es otro que “iba más atrás” y no vio nada. Está claramente identificado en las fotografías posteriores al ataque junto a Díaz, Pipitó y otros imputados, caminando sobre las vías.
Mariano Maroco –otro empleado más de los talleres de Escalada- brindó el relato más delirante de la audiencia. Sentado rígido en el estrado, con la vista fija en un punto perdido, titubeó durante toda su declaración. Dijo que “no pasó nada hasta que pasó lo que todos sabemos”, pero no pudo explicar a qué se refiere con eso de “lo que todos sabemos”.
“Cuando habíamos bajado de las vías, se ve que un grupo se amontonaba a dos cuadras, venía hacia nosotros y la multitud se fue hacia ellos. No escuché una orden de ir hacia allá, yo vi que iban y fui. Venían mujeres y chicos corriendo hacia nosotros y, de repente, se abren y había tres barreras de hombres con piedras, bulones y palos que nos querían matar. Me escondí atrás de tacho con cemento de 200 litros. Luego, cuando pude, salí y volví a las vías y a casa”.
“¿Para que corrió usted hacia adelante?”, le preguntaron. “Es una buena pregunta. No sé”. Luego intentó corregirse, diciendo que la idea era “correrlos para que se vayan”.
“¿Ustedes corrieron con piedras hacia ese grupo?”. “Sí”, reconoció Maroco. “¿Sabe para qué querían usar las piedras?”. “No”, respondió. Lo único cierto que dijo fue que cuando la patota se retiraba, los patrulleros de la comisaría 30 se cerraron detrás de ellos para protegerlos.
Los últimos testimonios fueron los del delegado Jorge Dotta y el del ex delegado y ahora jubilado, Jorge Krazcowski.
Dotta fue y volvió a Avellaneda desde Claypole en automóvil, junto a Gustavo Amarilla y el imputado Guillermo Uño. No vio nada, no escuchó nada, se enteró que había un muerto cuando regresaba en el auto de Amarilla porque lo llamaron su madre y su esposa pero, según afirmó, no comentaron entre ellos nada de lo sucedido. Habló tres veces por teléfono con Pablo Díaz, en diferentes horarios, pero recordaba solamente una de esas llamadas…
Krazcowski –último testigo de la jornada- intentó describir a un Pablo Díaz conciliador, pero no pudo evitar señalarlo como “el referente” del grupo, por una cuestión “de jerarquía”, algo que lógicamente también vale para Pedraza. Cuando le preguntaron si había verticalidad, contestó que “siempre alguien tiene que conducir”.  Dijo que “como se sabía que iba a haber corte, fuimos a impedirlo”.
-          ¿La dirigencia de la UF qué opinión tenía?
-          Bueno, los de comisión de reclamos sabían…
-          ¿Pero estaban de acuerdo con prevenir corte?
-          Supongo que sí.
Krascowski también dijo que “todas las veces que salíamos, se hacían listados y la empresa nunca nos lo impedía”, y reconoció que “los del PO se estaban retirando” cuando la patota corre hacia ellos.
El veterano ex delegado negó que los tercerizados fueran ferroviarios, contradiciendo la estúpida versión de las defensas acerca de las gestiones del sindicato por su pase a planta. Para ilustrar que ellos –los de la Unión Ferroviaria- querían terminar con los cortes “porque los pasajeros se la agarraban con nuestros compañeros”, citó el caso del bloqueo de boleterías en Constitución del 6 de septiembre de 2010 que la patota impidió; pero tuvo que admitir que cuando hay bloqueo de boleterías, no se interrumpe el servicio. Esto alcanza para dejar en claro que su objetivo era quebrar la lucha de los tercerizados por medio del terror, algo que llevarían a extremos homicidas el 20 de octubre.
Por último, después de negar todo conocimiento sobre Favale, dijo que lo había visto en Constitución, justamente en aquella oportunidad del bloqueo a las boleterías.
¿Por qué recordaría la cara de alguien que no conocía? Fue incapaz de dar una respuesta coherente. Reculó hasta admitir que lo conocía también del acto que convocó Moyano en River, en el cual Cristina Fernández fue oradora central.
Favale dejó demasiadas huellas de su pertenencia a la patota, bastante antes de su participación en la emboscada criminal del 20 de octubre de 2010…
Ninguno de los testigos hizo referencia al apriete que sufrieron los periodistas de C5N. Esos trabajadores de prensa declararán el próximo jueves 8 de noviembre. Seguramente van a tener muchas cosas para decir.
El lunes, la sala estará ocupada por una audiencia preliminar del segundo juicio por los crímenes cometidos en la ESMA bajo la dictadura.  El juicio a José Pedraza y su banda de matones y policías continuará el martes.

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Martín Silva: 1569464740

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