viernes, 14 de septiembre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 12

Testimonio clave: “El Gallego Fernández dio la orden de retirada”Hoy declaró el testigo protegido Alejandro Benítez, bajo un inusual operativo de seguridad. No se permitió el ingreso de público y los acusados (estuvieron todos presentes) fueron ubicados detrás de un blindex. Su comparecencia no fue anunciada por el tribunal en el cronograma de testigos como lo hace habitualmente. Tampoco se permitió el uso de tecnología dentro de la sala (computadoras, celulares, etc). Benítez está en el máximo nivel del programa de protección de testigos. Las medidas dispuestas por los jueces despertaron todo tipo de quejas por parte de los defensores, que durante una hora demoraron el inicio de la audiencia. El tribunal explicó que quienes se encuentran en la situación de Benitez normalmente testifican por teleconferencia, pero que los mismos jueces prefirieron su presencia física en la sala, a condición de establecer estas medidas.


Las estrictas medidas de seguridad que rodean a Benítez (además, testificó caracterizado para que no lo reconocieran) son una denuncia en sí misma contra los acusados. El valor fundamental de su testimonio es que deja en claro que las órdenes a la patota partían desde el local de la Unión Ferroviaria. Su declaración compromete categóricamente al Gallego Fernández –quien al momento del ataque se encontraba junto a Pedraza en el local del sindicato-, a Pablo Díaz, Favale, Sánchez y otros imputados.

Benítez llegó a la causa a través de un puntero ligado al intendente de Quilmes. No fue el primero en señalar a Favale como autor de los disparos (dos llamadas anónimas al 911 lo hicieron antes) pero el suyo fue el primer testimonio directo en su contra con nombre y apellido. Hoy ratificó todo había dicho durante la investigación.

Su testimonio

En octubre de 2010, Benítez se desempeñaba como guarda desde hacía cinco años. Además, dirigía un gimnasio de box en el subsuelo de Constitución. El día 20, uno de los delegados de la Comisión de Reclamos -´El Tano´ Carnovale- lo convocó al ´contrapiquete´ a instancias de Pablo Díaz, que “estaba juntando gente”. La empresa, dijo, “libera gente de su puesto de trabajo para ir a estas cosas”.

Benítez acudió para “hacerse ver” por Díaz, ya que estaba tratando de congraciarse para lograr puestos de trabajo en el ferrocarril para su mujer y su cuñada. Llegó cerca de las 13 horas desde Constitución, descendió en la estación Yrigoyen y se unió al grupo de la Verde que ya estaba debajo de las vías, sobre la calle Luján. Arriba de las vías, donde todavía había cerca de 100 personas de la patota, había policía de civil de la División Roca, aseguró.

Diez minutos más tarde, apareció el grupo de Favale –que no eran ferroviarios – caminando por las vías desde el lado de Capital y bajar del terraplén. Hablaban de ´echar a los zurdos´ y se presentaron ante Pablo Díaz. Casi inmediatamente, los 70 patoteros reunidos debajo de las vías comenzaron a correr contra los tercerizados y el resto de los manifestantes. “La corrida la empezó el grupo en el que estaba yo”, enfatizó Benítez. Diaz dijo "vamos".- “Ellos ya se estaban retirando, estaban lejos, como a 200 metros”. Benítez describió el apriete al equipo periodístico de C5N. Relató que su grupo comenzó a tirar piedras y que los manifestantes habían formado un cordón “para proteger a los que se iban”. “Era asombroso” –dijo- “porque les llovían las piedras y no se movían”.

Benítez relató que Pablo Díaz, Favale, Gabriel Sánchez y otros actuaban en grupo. Desde unos diez metros de distancia, vio a Favale disparar cinco veces contra los manifestantes, hasta que gritó “se me trabó”. “Sacá los fierros”, ordenó Díaz en plena retirada hacia la vía. “No traje mucho”, contestó alguien. Cuando regresaron, Favale dijo “al gil ese, al de la gomera, le agujeree la panza”. Transcurrieron unos instantes y sonó el teléfono celular de Díaz. “Dice el Gallego que nos vayamos”, ordenó Díaz al cortar la comunicación. En ese momento, Fernández se encontraba junto a Pedraza en la sede de la Unión Ferroviaria, donde se desarrollaba el congreso de la revista “Latin Rieles”. En la causa, los cruces de llamadas corroboran que Fernández y Díaz mantuvieron intensa comunicación durante toda la mañana. Sus últimos contactos tuvieron lugar exactamente antes y después de la agresión. La mayoría de las llamadas partieron del teléfono de Fernández hacia el de Pablo Díaz. Esto deja en claro de donde partían las órdenes a la patota.

Luego de la última conversación entre Fernández y Díaz, la patota comenzó a desconcentrar. El grueso volvió por las vías hasta la estación Avellaneda. Favale y los suyos se fueron caminando por la calle, en dirección a La Boca. La policía –que tenía patrulleros y carros hidrantes en el lugar- no intentó detener a nadie luego del ataque.

Benítez dijo que no vio otras armas además de la empuñada por Favale, pero señaló sí a varias personas (entre ellas, a Sánchez y a uno de los custodios de Pablo Díaz) con bultos en la cintura, que intentaban disimularlos debajo de la ropa. Nuestra abogada, Claudia Ferrero, le preguntó si en alguna oportunidad anterior había visto allegados de la Unión Ferroviaria portando armas. Benítez fue contundente: explicó que en Constitución, la gente de Ferrobaires anda armada; que estaba desmontando el gimnasio que dirigía justamente por la ostentación que hacían de “los fierros”; que las armas se guardan en el sector de encomiendas, en alguno de los pisos de Hornos 11 y en la ropería.

Las defensas balbucearon a la hora de preguntar. Utilizaron la mayor parte de sus intervenciones para sentar quejas por las características de la audiencia, a la expectativa de pelear alguna nulidad en la Cámara en el caso de eventuales condenas.

Dentro de la sala, Pedraza y compañía están perdiendo por goleada. Son conscientes de que lo único que podría salvarlos es una mano del poder político, y están operando en ese sentido, jugando para el gobierno en el copamiento de la CGT y convocando el apoyo del resto de la burocracia sindical. La caída de Luna luego de la renuncia de Sícaro como resultado de la crisis desatada por Once y el colapso ferroviario es un mal presagio para ellos. Sin embargo, no está todo dicho. Mientras en el juicio se acumulan las pruebas contra Pedraza y la patota, debemos mantener en vilo al país en esta campaña para que haya justicia por Mariano.

Perpetua a Pedraza. Castigo a todos los responsables.


Para comunicarse: potigre@yahoo.com.ar
Luis Antón: 1561076227
Martín Silva: 1569464740

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MARCHA POR EL JUCIO Y CASTIGO A LOS ASESINOS DE MARIANO FERREYRA