sábado, 15 de septiembre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 14

Lunes negro para Pedraza


10 de septiembre

El golpe más fuerte del día de hoy, Pedraza lo recibió de parte del juzgado que tiene la causa por “tráfico de influencias”, la que sigue el intento de Pedraza de coimear a los jueces para salvar su pellejo y el de la patota. A esta causa se llegó cuando la Jueza Wilma López mandó a escuchar las llamadas telefónicas del jefe de la Unión Ferroviaria ante la correcta suposición de que la patota había matado en defensa de un negocio que capitanea el propio Pedraza.
Pedraza y cuatro cómplices más son los procesados, luego de mucho tiempo de mantener la causa cajoneada: el intermediario para pagar la coima, agente dela SIDE, Riquelme, el ex Juez Araoz de La Madrid, el actual vicepresidente del Belgrano Cargas y contador de la UF, Stafforini y el empleado judicial Luis Escobar. Todos fueron procesados por “tráfico de influencias”. Los elementos de esa causa confirman el lugar de instigador de Pedraza y sus esfuerzos por zafar, tratando de coimear a los jueces que tenían en sus manos resolver la excarcelación de la patota.

Confirmado: Pedraza

La audiencia de hoy fue demoledora contra Pedraza y el resto de los imputados. Declararon cinco policías y además se debatieron otras cuestiones muy importantes. Los resultados fueron abrumadores.
Los testimonios de los policías dejaron algunas perlas.
En primer lugar, el abogado Igounet –defensor de Armando Uño- tenía expectativas en encontrar un error de procedimiento que le permitiera deslindar de responsabilidades a su defendido, señalado como uno de los encargados de retirar las armas del lugar del crimen. Su estrategia apuntaba a demostrar que su detención había sido producto de una confusión de identidad con la de otra persona. La expectativa era grande porque la atenuación de la situación de al menos uno de los acusados hubiese sido la primera buena noticia en mucho tiempo para Pedraza y los suyos. No fue así. El testimonio del gendarme Javier Kelm –encargado de las diligencias- despejó toda duda. Fue contundente. Los acusados y sus abogados acusaron el golpe recibido. Sus rostros reflejaban una bronca indisimulable. Encima, apenas había transcurrido media mañana y todavía faltaba correr mucha agua.
La siguiente testigo, la gendarme Lorena Redin, relató los seguimientos que le encomendaron realizar sobre Juan José Riquelme y José Pedraza. Riquelme es un ex agente de inteligencia que actuó como intermediario en el intento de soborno a los jueces de la sala III de la Cámara de Casación. Redin, en su declaración, dejó constancia de que se trataba de un asiduo visitante a la sede de la Unión Ferroviaria. Luego relató que siguió a Pedraza para establecer su domicilio. Lo siguió desde la sede del sindicato hasta la suntuosa torre El Faro, en Puerto Madero, donde sería detenido poco después. El abogado Froment la desafió un poco pero Redin dio muestras de una memoria minuciosa, algo raro entre los policías que declararon hasta ahora, que en general contestan a cualquier interrogatorio con muchos “no sé” y “no recuerdo”.
Otro testimonio valioso fue el de Eduardo Innamorato, que en 2010 dirigía la Dirección General en Seguridad e Investigación de Medios de Transporte. Si bien Innamorato no estuvo presente en el lugar de los hechos, aportó muchos elementos sobre los procedimientos policiales. Además, el comisario Mansilla –uno de los acusados- que el 20 de octubre debía cumplir el rol de “agente fiscalizador”, reportaba ante él. Su declaración alcanza y sobra para condenar a Mansilla.
Innamorato dejó en claro que Lompizano –desde la DGO- junto a Mansilla y Ferreyra –de la División Roca de la PFA- eran los responsables por todo el operativo policial, y que los dos últimos –como los oficiales de mayor jerarquía presentes en el lugar- son quienes deben responder en última instancia por la actuación policial. Innamorato siguió el operativo desde su oficina a través de la frecuencia policial. Dijo que de acuerdo a las modulaciones de Mansilla “no se podía deducir que estuviera ocurriendo nada grave”. Mientras la patota bajaba del terraplén y se preparaba para la agresión, Mansilla sostenía que “todo estaba tranquilo”. Innamorato señaló con conocimiento de causa que “la policía ferroviaria no puede salir de las vías, pero si hay una incidencia en la zona, fuera de la vía, está obligada a actuar”.
Su testimonio fue aún más lejos. Declaró en la causa que era Antonio Luna (el hombre de La Fraternidad que hasta hace poco ocupaba la subsecretaría de Transporte Ferroviario) quien arreglaba los adicionales de la policía en el ferrocarril, nada menos que 3200 agentes por día. Y agregó algunas cuestiones de importancia: primero, que “el gremio era quien manejaba todos los ingresos al ferrocarril y por ese motivo no quería que ingresaran los tercerizados”; luego, que “en los anteriores cortes de vía que llevaron adelante, nunca se había producido ningún incidente”. “Esta fue la primera vez que la Unión Ferroviaria se hizo presente en un corte”, afirmó.
Concluida su declaración, el tribunal dispuso un cuarto intermedio de cuarenta minutos. En ese intervalo, llegó a la sala la noticia de que José Pedraza, Ángel Stafforini (vicepresidente del Belgrano Cargas y contador general de la UF), el ex servicio Riquelme, Octavio Aráoz de Lamadrid y el empleado judicial Luis Escobar quedaban procesados en la llamada “causa de las coimas”. Un golpe tras otro, sin respiro.
Por la tarde, el tribunal le cedió la palabra a la fiscal y a las querellas para responder a al planteo del abogado Freeland, defensor de Juan Carlos Fernández. Freeland había pedido la anulación del testimonio brindado por el testigo protegido Alejandro Benítez dos jornadas atrás. Ese testimonio dejó claro que las órdenes a la patota partían de la sede de la Unión Ferroviaria, donde se encontraban reunidos Pedraza Fernández. Los argumentos de Freeland fueron poco menos que ridículos. Se quejaba de las medidas de seguridad dispuestas por el tribunal para garantizar la seguridad del testigo. El absurdo no podía ser mayor: ¿de quién se protegía a Benítez acaso sino de los defendidos por Freeland?
La respuesta de la fiscal fue muy dura. Sostuvo que “no existe conexión lógica” entre el hecho de que el testigo hubiera declarado caracterizado con lentes y visera y la validez de su testimonio. Solicitó al tribunal la denegatoria del pedido de Freeland con costas a su cargo. A su turno, las querellas también vapulearon a Freeland. Finalmente, el defensor Igounet hizo una intervención desesperada en apoyo a su colega. A esa altura, parecía la moral de los defensores se derrumbaba. Este –al igual que todos los planteos que se producen en el debate- son diferidos por el tribunal para el momento de dictar sentencia. No debería prosperar bajo ningún punto de vista.
La audiencia culminó con la proyección de las ampliaciones de algunos videos y fotografías solicitadas por el defensor Freeland. Se ven algunos palos, dos gomeras y dos o tres caños que Freeland pretende hacer pasar por armas “tumberas”. Está perdido.
Cada día que pasa, Pedraza y los suyos se hunden cada vez más. A menos que desde el poder político se les brinde auxilio, esta gente marcha derecho a una condena. No tenemos que bajar la guardia.
La audiencia terminó temprano. Se reanuda mañana a las 10hs.


Para comunicarse: potigre@yahoo.com.ar
Luis Antón: 1561076227
Martín Silva: 1569464740


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