martes, 27 de noviembre de 2012

MARIANO FERREYRA, DIARIO DEL JUICIO: Día 38

El valioso testimonio de Gabriela Carchak y sus compañeros






Hoy declararon la periodista Gabriela Carchak y su camarógrafo, Gustavo Farías. En la audiencia anterior, había testificado Marcelo Polito, asistente de cámara del equipo periodístico de C5N. Los tres estuvieron presentes en el momento de la agresión criminal que acabaría con la vida de Mariano y provocaría graves heridas de bala a Elsa y otros compañeros. Llegaron al lugar respondiendo a la denuncia de la primera agresión, la que se había consumado una hora antes durante el único intento de los manifestantes por alcanzar las vías e interrumpir el paso del tren. Esa era la medida que habían decidido adoptar los trabajadores tercerizados para reclamar por la reincorporación de los despedidos y el pase a planta permanente, luego de meses de infructuosas reuniones en el Ministerio de Trabajo y en la Secretaría de Transporte.




La patota –que venía corriendo desde las vías para atacar a la columna de tercerizados y militantes que se retiraba- se detuvo ante la presencia de la cámara y, bajo amenaza, acorraló a los periodistas dentro del playón de Chevallier. Los matones se quedaron vigilando frente al portón, para asegurarse que los periodistas no registraran el planificado crimen que estaban a punto de cometer. De todos modos, las imágenes que sí pudieron registrar Gabriela y sus compañeros, más sus declaraciones durante la investigación y el juicio, se constituyeron en una prueba categórica contra la patota.




El primero en subir al estrado fue Farías. Se lo notaba contenido y nervioso al hablar. Su compañero, Marcelo Polito, había sido duramente hostilizado y amenazado por los abogados de Pedraza y su patota durante su declaración, en la audiencia pasada (ver http://www.marianoferreyra.com.ar/dia-37-el-ataque-criminal-en-la-voz-de-uno-de-los-periodistas-de-c5n/). Probablemente, ese segundo hostigamiento (primero, el de la patota; ahora, el de sus abogados) haya influido en su estado de ánimo. Sin embargo, el contenido de su testimonio fue claro: relató que, entre los manifestantes, ya había varios lastimados; que la patota los rodeo a él y a su asistente y les exigió que dejaran de grabar; que buscaron refugio dentro de Chevallier; que su compañero –Polito- le advirtió que se escuchaban detonaciones de armas de fuego y que, luego de la agresión, se encontró con varios heridos de bala entre los manifestantes. Farías también dijo que vio patrulleros y un carro de asalto en la zona. Finalmente, afirmó que cuando le exigieron que cesara de grabar, “me puse nervioso, tenía temor. Me sobrepasó la situación. Jamás pensé que podía pasar lo que pasó”.




Luego de las declaraciones de Polito y de Farías, el testimonio de Carchak resultó definitivo.




Testimonio de Gabriela




Gabriela Carchak ingresó a la sala poco después de las 14 horas. Trabajadores de prensa y estudiantes llenaron el sector destinado al público. Entre ellos, también estuvo presente Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero.




Esa presencia ´masiva´ -al menos, todo lo masiva que permite la sala- constituyó una manifestación de apoyo político y moral hacia Carchak, que mantuvo una conducta sin dobleces desde su primera salida al aire, minutos después del crimen de Mariano, en la que habló a las claras de una agresión por parte de la patota ferroviaria. Gabriela jamás se apartó un milímetro de la verdad. Lo que se dice una verdadera periodista.




Cuando el presidente del tribunal le preguntó por las generales de la ley, se produjo una situación algo extraña. Gabriela afirmó que no conocía ni a los acusados ni a las víctimas. Sin embargo, uno de los policías imputados, Gastón Conti, manifestó a través de su defensor que se conocían. Conti incluso se puso de pie para que ella pudiera verlo, pero no hubo caso. Si alguna vez tuvieron algún tipo de contacto, no fue suficiente para que el Principal Conti dejara en Carchak un recuerdo medianamente perdurable. Inmediatamente, Gabriela comenzó a relatar todo lo que vivió en aquella jornada.




“Alrededor del mediodía, salía de hacer una nota en el Ministerio de Economía cuando me llaman y me dicen que tengo que ir a Constitución, porque –me dicen- iban a cortar las vías. Me dan un teléfono, el de una persona llamada Lucas; lo llamo, y me dice que no estaban en la estación porque los habían atacado, que estaban en las calles Santa Elena y Lujan, en la zona de Barracas”.




“Llegamos al lugar en el auto de Farías. Serían unas cincuenta personas, quizás menos. Había gente sentada, otra parada, replegando banderas… Busco a Lucas y él me presenta a Diego, de los tercerizados del Roca, que me cuenta que no pudieron cortar las vías porque un grupo de hombres los atacaron a piedrazos. Me señala a un hombre y dos mujeres que estaban lastimadas. Los entrevisté. Una de las mujeres resultó ser –me enteré después- Elsa Rodríguez”.




“Termino de hacer la nota, ellos recogen sus cosas y empiezan a caminar por la calle Lujan, en dirección contraria las vías. Los tercerizados tenían uniforme ferroviario, otros tenían unos gorritos del Partido Obrero y también de otras organizaciones, pero no recuerdo de cuáles. Se estaban replegando, ya no estaban manifestándose en el momento que hice la nota. Me cuentan que iban a hacer asamblea al día siguiente para ver como seguían. Iban caminando por Luján, rumbo a la avenida Vélez Sarsfield. Llamo al canal y aviso que terminamos, que nos volvemos”.




“Me doy vuelto y veo a unas doscientas personas que vienen corriendo con palos hacia nosotros. Había un policía de civil, joven, de remera turquesa, en un auto que no recuerdo si era un patrullero. Esa persona, cuando ve a los que vienen corriendo desde las vías, nos dice ´váyanse, que nos matan a todos´”. Luego, haría referencia a otro policía, también de civil, que les transmitió la misma advertencia a sus compañeros, luego de que ella se hubiera alejado.




“Yo me subo a la vereda porque me dio miedo, pero veo que un grupo de seis o siete personas rodean a mi camarógrafo y al asistente y los empiezan a increpar. Pensé que les iban a pegar, así que me acerqué, pensando que, si veían a una mujer, iban a parar… Les decían que bajaran la cámara, que les iban a romper todo… Les ofrecí el micrófono, para que dijeran lo que quisieran, pero una persona con cuello ortopédico nos decía ´vos siempre igual, siempre dándole micrófono a estos piqueteros de mierda´, y nos fueron llevando -siempre empujándonos- hasta el portón de Chevallier. Todo el tiempo, continuaron diciéndonos las mismas cosas. El de cuello ortopédico nos gritaba, y había otro, de pelo largo, rubio, con rulos, que nos iba llevando hacia el portón. La gente de Chevallier nos dejó entrar porque vieron la situación”.




“Entramos, pero una o dos personas se quedan afuera, como para controlar que no filmemos. En eso, me llaman de la producción y me alejo de mis compañeros, pero empezamos a escuchar estruendos, golpes, gritos, vidrios que se rompían y, a los pocos minutos, veo a estas personas correr de vuelta, pero ahora para el lado de las vías. Habrían pasado cuatro o cinco minutos, no más. Entonces salimos, y se acercan las personas con las que habíamos estado antes y nos dicen que hay heridos de bala”.




“Vamos corriendo hacia la esquina y vemos a Mariano Ferreyra muy malherido. Lo estaban subiendo a una ambulancia. En el momento no lo noté, pero después -mirando las imágenes- vi que también estaba Elsa Rodríguez en la ambulancia. También se acercó un varón, con una herida de bala en la pierna, y también lo grabamos”.




Gabriela identificó en videos y fotografías que le exhibieron, a las dos personas que mencionó, los imputados González y Pipitó. Además, a Pipitó también lo identificó en imágenes tomadas en otro apriete anterior de la patota, en el hall de Constitución, ocurrido un mes y medio antes del crimen de Mariano.




“Los tres estábamos asustados”, dijo sobre ella y sus compañeros. “Desde que nos dieron la orden directa de ´baja la cámara o te rompo todo´. Seguían gritándonos insultos y agravios, a pesar de que yo seguía ofreciéndoles a ellos que dijeran todo lo que quisieran decir”. Obviamente la patota no estaba allí para hacer declaraciones periodísticas sino para matar.




El interrogatorio de las defensas fue penoso. Sus intentos por minimizar la grave denuncia que Gabriela Carchak había hecho desde el estrado, resultaron patéticos. Gabriela dejó en claro que lo que ella y sus compañeros sufrieron, fue un acto de intimidación sin atenuantes.




Peor les fue cuando intentaron conducirla a que hablara de un “enfrentamiento”. No hubo modo de apartarla de la verdad. “Yo no vi un enfrentamiento: yo vi gente que estaba siendo atacada y se defendió”,




El abogado Igounet solicitó pasar el fragmento del noticiero de C5N en el que Gabriela –a los pocos minutos del cimen de Mariano- sale al aire denunciando lo que acababa de ocurrir. En un momento, Gabriela dice la palabra “enfrentamiento”, mientras su voz sale en off sobre las imágenes que habían logrado registrar hacía instantes. Su descripción, sin embargo, es absolutamente elocuente y explícita sobre el carácter artero de la agresión sufrida por los tercerizados y militantes. Entonces Igounet –ya sea porque es imbécil, o porque nos toma al resto como tales- le pidió que dijera si esa era su voz “cuando dice la palabra ´enfrentamiento´”. El presidente del tribunal le señaló al abogado: “Doctor, en todo caso, la voz de la testigo es la que sale en toda la filmación, no solo en ese fragmento”. Pero Gabriela no se quedó atrás: “Doctor, usted tiene que entender que estaba saliendo al aire, en vivo, inmediatamente después de esa vivencia, pero creo que queda claro que los manifestantes fueron atacados cobardemente por la espalda”.




Sí, quedó absolutamente claro.


El juicio continúa mañana.

Para comunicarse: potigre@yahoo.com.ar
Luis Antón: 1561076227
Martín Silva: 1569464740

1 comentario:

Anónimo dijo...

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MARCHA POR EL JUCIO Y CASTIGO A LOS ASESINOS DE MARIANO FERREYRA