De la agresión criminal a las responsabilidades políticas
Con las declaraciones de Verónica Silva y Nancy Arancibia, va culminando la ronda de testigos presenciales de lo ocurrido el 20 de octubre de 2010 en Barracas. Ambas participaron de la columna del Polo Obrero, que se movilizó en apoyo a los tercerizados despedidos del ferrocarril Roca. Sus relatos coinciden en todo lo fundamental, con los más de treinta que los precedieron –no solamente los de los manifestantes del PO, de los tercerizados y de las otras organizacionesque se movilizaron: también con los de trabajadores y personas que ocasionalmente pasaban por el lugar, e incluso de varios policías. El juicio se va internando en las motivaciones políticas y económicas del ataque y avanza en dirección de establecer las responsabilidades de Pedraza y la cúpula de la Unión Ferroviaria en la agresión.
Además de Verónica y Nancy, también declararon Andrea de Yulis y Guillermo Harvey. De Yulis es una vecina de las viviendas ferroviarias ubicadas en el predio ferroviario de Hornos 97. Relató distintos episodios de violencia protagonizados por los matones de la Unión Ferroviaria. Harvey –un gerente de Ferrobaires que está suspendido desde hace ocho meses por la empresa- trató de esquivar definiciones que comprometieran a Pedraza, pero señaló a su mano derecha, “El Gallego” Fernández, como su interlocutor excluyente con el sindicato.
Entre uno y otro testimonio, el defensor Alejandro Freeland solicitó una pericia psiquiátrica al testigo Alfonso Severo, quien estuvo desaparecido durante veinticuatro horas la semana pasada, en un episodio hasta ahora no esclarecido.
“Estuvimos a merced de estos animales”
La primera en declarar fue Verónica, que para esa época se organizaba en el Polo Obrero de Florencio Varela. “Llegué a las diez de la mañana al local de Avellaneda y tomamos unos mates antes de salir. Cuando empezamos a marchar, se veía gente arriba de las vías. Yo vi unos 70, que parecían ferroviarios. Además, había un patrullero en la calle y nos seguían unos 20 policías con chaleco naranja. Arriba había otros diez, con cascos y escopetas. Marchamos por la calle paralela a las vías. Los que estaban arriba nos insultaban sin parar. Vino un compañero y nos dijo que cantemos, pero cánticos sin insultos, para no entrar en ninguna provocación”.
“Pasamos por un puente y había una entrada, por donde decidimos intentar subir a las vías. No llegamos a subir ni dos metros que nos empezaron a tirar piedras. Aparecieron muchas más personas sobre la vía que las que yo había visto al principio. Encima, la policía nos tiraba con balas de goma. Mi suegra y Elsa se refugiaron en una especie de garita. Las rescató un compañero del Polo que se llama Chiquito. Elsa tenía un golpe en la mano y a mi suegra le habían abierto la cabeza”. La suegra de Verónica en ese momento era Nancy, que declararía a continuación. Nancy llegó sola a la estación. Al igual que Verónica, venía desde Florencio Varela. Cuando vio a la patota en los andenes, se preocupó. Dijo que estaba repleto de personas, varios de ellos que no le parecían ferroviarios, y que había muchos policías. Los patoteros, apenas identificaban a alguien como uno de los que participarían de la manifestación, comenzaban a hostigarlo verbalmente.
Luego de la agresión, la columna se retiró a más de 200 metros de las vías y pasaron cerca de unos patrulleros que estaban estacionados. Poco antes, Nancy le había dicho en broma a un compañero “vamos bien custodiados”, en referencia a la presencia policial. Más tarde, le diría al tribunal que la policía desapareció cuando se consumó el ataque: “nos dejaron a merced de esos animales”.
La columna se detuvo en una parrilla al paso. Hubo una asamblea, se discutió. Habría transcurrido una hora. “No se veía gente ni policía”, dijo Verónica. Empezaban a retirarse, cuando la patota bajó del terraplén y se reagrupó en el extremo contrario de la calle. El equipo de C5N entrevistaba a algunos compañeros. “No apagues la cámara que nos van a matar”, le dijo Nancy a la periodista. “Venían con palos y piedras en las manos”, le dijo al tribunal. La decisión de la asamblea había sido dar por concluida la jornada de lucha y retirarse hacia Vélez Sarsfield, para no volver a pasar cerca de las vías, aunque el grueso de los manifestantes venía de la zona sur del Gran Buenos Aires.
Apenas habían comenzado a caminar, cuando sintieron gritos. Verónica: “Eran 200 personas que parecían como caballos. A dos cuadras de donde estábamos, apareció un móvil policial, a la misma altura que estos tipos, que se asomó por una calle lateral y en seguida se fue por donde vino. Los chicos más jóvenes corrieron hacia atrás para tratar de contener”. Nancy: “Yo les dije a mis compañeros: ´agarren los palos que nos van a matar a todos´”. Verónica estaba a una cuadra y escuchó el silbido de la bala que impactaría en la cabeza de Elsa. Volvió sobre sus pasos para sumarse al cordón. “Estábamos nosotros y había compañeros de otras organizaciones y también tercerizados”. Su ex suegra también retrocedió.
Nancy: “mi nuera iba adelante mío. Me doy vuelta y veo que Mariano viene hacia acá, en el medio de la calle, retrocediendo. Entonces lo miro, lo llamo y él no se da vuelta. El siguió retrocediendo despacito, yo lo llamaba, entonces me devolví. Se agarra contra la pared y se va cayendo despacito”.
“Yo pensé que se estaba desmayando del miedo, del pánico. Yo le digo, Mariano por favor. Yo pensaba si lo dejo a él lo van a matar. Pero nunca me imaginé que tenía una bala adentro”.
“Yo me quedo con Mariano, en eso llega otro compañero más, creo que era amigo, alentándolo. Yo me crucé a donde era la pelea, avisándole a los compañeros que estaba mal. Él se puso amarillo. Les gritaba que estaba mal. Los compañeros intentaban que no nos fueran a golpear a nosotros, estaban tratando de sujetarlos a ellos, de defendernos. Nosotros queríamos salir, pero no podíamos porque Mariano estaba ahí. Ellos nos gritaban ´zurdos sucios´, ´muertos de hambre´, ´ya le matamos a uno´. No pararon en ningún momento. Eran animales. No paraban, por más que veían a mis compañeros heridos ahí”.
“Yo hice 3 llamadas con mi celular para que mandaran a una ambulancia. Jamás llegó. La policía tampoco. Estábamos a merced de estos animales”.
“Yo vi a Mariano muriendo. Sabía que no se iba a salvar. Él iba dando los últimos suspiros cuando subió a la ambulancia”.
Luego de estos relatos, el defensor de Juan Carlos Fernández, Alejandro Freeland, volvió a exponer –sin la presencia de los testigos en la sala- su “teoría” sobre la “legítima defensa” de la patota contra la “agresión primaria” de los tercerizados, consistente en su intento por cortar las vías. Esta infamia no tiene ningún sustento. No hubo un solo testimonio durante la instrucción y durante el juicio que apoyara en lo más mínimo este agravio. Los patoteros presentaron algunos “testigos”, que no declararon durante la instrucción. Son lo que la jerga judicial llama “testigos nuevos”. Varios de ellos pueden llegar a quedar imputados al final del juicio. Los detenidos tampoco declararon ante el tribunal. Las declaraciones indagatorias que prestaron durante la investigación son vagas, contradictorias y, en varios casos, autoincriminantes.
Ferrobaires
Andrea de Yulis vive, como dijimos más arriba, en las viviendas ferroviarias de Hornos 97. En el 2009, radicó una denuncia por “actos de violencia y vandalismo”, dijo, por la ocasión en la que 100 patoteros desalojaron a mano armada a Alfonso Severo de sus oficinas. “Se tirotearon ahí. No les importó que hubiera familias, chicos, nada”. Muchos de sus dichos provienen de rumores. Habló de armas guardadas en distintos sectores de la empresa y en viviendas. Describió a “Chuly” Carruega, Norberto Saldaña, Daniel Hess y otros como “un grupo de delincuentes”. “Eran todos de la Unión Ferroviaria”, aseguró. También conoció a Alejandro Benítez, también conocido como “el-testigo-protegido-aportado-por-el-gobierno”. Fue su vecino por algún tiempo. “Benítez era de Pedraza, pero ahora está como corrido, como separado. Sé que Benítez era de la verde y que ese día –el día de lo de Mariano Ferreyra- estaba apoyando a la UF”. De Yulis vio a Favale en Constitución en al menos tres oportunidades. La última, 15 días antes del crimen de Mariano.
El último en declarar fue Guillermo Harvey, gerente de Recursos Humanos de Ferrobaires. Se encuentra suspendido desde hace ocho meses, dijo, “por una errónea liquidación de salarios”. Ferrobaires es una empresa que depende del Estado de la provincia de Buenos Aires. Explicó que la provincia “paga todos los sueldos”. Actualmente emplea a 2700 personas, aseguró. Cubre apenas cinco destinos del interior bonaerense. Es ´vox populi´ entre los ferroviarios que, de cada cinco empleados, trabaja uno. Para ilustrar, hace unos meses, un informe periodístico producido por TN –titulado “Ferrochorros”- reveló el generalizado mecanismo del ingreso de “ñoquis” y empleados fantasma. Ese fraude está organizado por Humberto Martínez, dirigente de la Unión Ferroviaria y delegado en Ferrobaires.
La mitad de los empleados están bajo contrato. “No se pueden afiliar al sindicato pero pueden ´asociarse´ a la Unión Ferroviaria, para acceder a ciertos beneficios, como por ejemplo créditos y cosas así”. Las oficinas de la empresa se encuentran en un edificio compartido con Ugofe y la UF. También tiene un sector de los talleres de Remedios de Escalada, en el que trabajan un centenar de empleados. Harvey dijo que Norberto Saldaña estaba a cargo del sector Encomiendas y Daniel Hess, de Ropería. Son dos lugares señalados por varios testimonios como almacenes de armas. Sobre “Chuly” Carruega, Harvey reconoció que sabe de por lo menos dos episodios de violencia que lo tuvieron como protagonista: uno, en el desalojo de un bar de la estación de Mar del Plata; otro, contra el gerente del área de transporte de la empresa.
Harvey señaló a Juan Carlos Fernández como el mandamás sindical en la línea. “Con é trataba todos los asuntos de importancia”. Nunca tuvo contacto directo con Pedraza, el secretario general de la Unión Ferroviaria.
El juicio continúa el próximo jueves.
Para comunicarse: potigre@yahoo.com.ar
Luis Antón: 1561076227
Martín Silva: 1569464740
No hay comentarios:
Publicar un comentario