Más de 2000 personas, que colapsaron el centro porteño, se agolparon a las puertas del Ente Regulador de la Energía (ENRE), el pasado miércoles 11 de febrero. Los unía un solo reclamo: la derogación del tarifazo eléctrico. El genuino movimiento popular, puso en jaque toda la ingeniería preparada por Mauricio Macri para presentar ante los medios la flamante sociedad con De Narváez y Solá. El hecho sobresaliente de la jornada no fue la presentación del trío, si no la movilización popular contra el aumento de la luz.
A pesar del esfuerzo desplegado por los punteros y las patotas (Curto, Cariglino) en los barrios – y por la “oposición” – el movimiento contra el tarifazo, que comenzó en el norte del GBA, emprendió un lento desarrollo y ha mantenido su impronta combativa: La mayoría de los distritos del GBA estaban representados en la movilización, y el conjunto de los oradores plantearon la necesidad de mantener la movilización al poder político como herramienta fundamental contra este brutal ataque al bolsillo del pueblo. Una asamblea coordinadora posterior votó profundizar el plan de lucha con una marcha a la Plaza de Mayo.
Numerosas organizaciones políticas y sociales participaron del acto que se convirtió, bien pronto, en asamblea pública. Junto a las organizaciones aparecieron los “jetones” de siempre: los funcionarios y políticos de carrera que no han abierto la boca en contra del tarifazo (es decir que lo avalaron) pero que, ante la masividad de la concentración, no pudieron resistir la tentación. ¡Si hasta los asambleístas de Tigre tuvimos que oír una adhesión de Acción Comunal al movimiento contra el tarifazo! Cuando el partido del fallecido Ricardo Ubieto, ha sido bombero del kirchnerismo en la imposición del aumento.
De cualquier manera, como en todo movimiento popular, diferentes tendencias surcan al movimiento antitarifazo. Las frases dirigidas a reclamar “audiencias públicas” para tratar los aumentos de tarifas, o el pedido de designación al frente de los distintos entes encarados de regular la energía, por concurso público deben ser un toque de atención. ¿Los aumentos serían más “justos” si los decide una audiencia pública? ¿El ENRE se posicionaría del lado de los usuarios en este debate si su presidente es elegido por concurso y no a dedo?
No es con medidas cosméticas o falsamente democráticas que vamos a torcerle el brazo al gobierno. La movilización popular, asentada en un reguero cada vez más grande de robustas asambleas barriales, es el camino a seguir. Es el único camino hacia el triunfo.
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